lunes, 26 de diciembre de 2011

La salida del laberinto

El Papa utiliza una imagen sugerente: estamos en un laberinto, creado por nosotros mismos, y somos incapaces de salir de él. Pero hay una vía de salida, hacia arriba:

"Reconocerlo es el primer paso hacia la salvación, hacia la salida del laberinto en el que nosotros mismos nos encerramos con nuestro orgullo. Levantar los ojos al cielo, extender las manos e invocar ayuda, es la vía de salida, siempre y cuando haya Alguien que escucha, y que pueda venir en nuestro auxilio".

Lo más sorprendente es que existe Alguien que escucha, y no sólo eso. Dios no se limita a escuchar: ha entrado en nuestro laberinto, para acompañarnos hacia la salida. No nos ha dado un folleto de instrucciones, sino que ha venido en persona:

"Jesucristo es la prueba de que Dios ha escuchado nuestro clamor. Y, no sólo. Dios tiene un amor tan fuerte por nosotros, que no puede permanecer en sí mismo, que sale de sí mismo y viene entre nosotros, compartiendo nuestra condición hasta el final (cf. Ex 3,7-12). La respuesta que Dios ha dado en Jesús al clamor del hombre supera infinitamente nuestras expectativas, llegando a una solidaridad tal, que no puede ser sólo humana, sino divina. Sólo el Dios que es amor y el amor que es Dios podía optar por salvarnos por esta vía, que es sin duda la más larga, pero es la que respeta su verdad y la nuestra: la vía de la reconciliación, el diálogo y la colaboración".

Benedicto XVI, 25 diciembre 2011

El gran mal: querer ocupar el puesto de Dios

Sigue diciendo el Papa:

"Él fue enviado por Dios Padre para salvarnos sobre todo del mal profundo arraigado en el hombre y en la historia: ese mal de la separación de Dios, del orgullo presuntuoso de actuar por sí solo, del ponerse en concurrencia con Dios y ocupar su puesto, del decidir lo que es bueno y es malo, del ser el dueño de la vida y de la muerte (cf. Gn 3,1-7).

Este es el gran mal, el gran pecado, del cual nosotros los hombres no podemos salvarnos si no es encomendándonos a la ayuda de Dios, si no es implorándole: «Veni ad salvandum nos - Ven a salvarnos».

Benedicto XVI, 25 diciembre 2011

La mano que Dios tiende a la humanidad

En su mensaje de Navidad el Papa nos recuerda que hay una mano más grande a la que podemos aferrarnos en nuestras dificultades:

"Veni ad salvandum nos. Este es el clamor del hombre de todos los tiempos, que siente no saber superar por sí solo las dificultades y peligros. Que necesita poner su mano en otra más grande y fuerte, una mano tendida hacia él desde lo alto.

Queridos hermanos y hermanas, esta mano es Cristo, nacido en Belén de la Virgen María. Él es la mano que Dios ha tendido a la humanidad, para hacerla salir de las arenas movedizas del pecado y ponerla en pie sobre la roca, la roca firme de su verdad y de su amor (cf. Sal 40,3)".


Benedicto XVI, 25 diciembre 2011

domingo, 25 de diciembre de 2011

Inclinarse para entrar en Belén

Última referencia a las palabras de Benedicto XVI en la Misa del Gallo:

"Quien quiere entrar hoy en la iglesia de la Natividad de Jesús, en Belén, descubre que el portal, que un tiempo tenía cinco metros y medio de altura, y por el que los emperadores y los califas entraban al edificio, ha sido en gran parte tapiado. Ha quedado solamente una pequeña abertura de un metro y medio. La intención fue probablemente proteger mejor la iglesia contra eventuales asaltos pero, sobre todo, evitar que se entrara a caballo en la casa de Dios.

Quien desea entrar en el lugar del nacimiento de Jesús, tiene que inclinarse. Si queremos encontrar al Dios que ha aparecido como niño, hemos de apearnos del caballo de nuestra razón «ilustrada». Debemos deponer nuestras falsas certezas, nuestra soberbia intelectual, que nos impide percibir la proximidad de Dios. Hemos de seguir el camino interior de san Francisco: el camino hacia esa extrema sencillez exterior e interior que hace al corazón capaz de ver. Debemos bajarnos, ir espiritualmente a pie, por decirlo así, para poder entrar por el portal de la fe y encontrar a Dios, que es diferente de nuestros prejuicios y nuestras opiniones: el Dios que se oculta en la humildad de un niño recién nacido.

Dejemos que nos haga sencillos ese Dios que se manifiesta al corazón que se ha hecho sencillo".

Benedicto XVI, 24 diciembre 2011

Tocar y acariciar a Dios

Evocando el "primer belén", recreado por San Francisco de Asís en la aldea italiana de Greccio, el Papa señala la importancia de redescubrir en estos días "la humanidad de Jesús", gracias a la cual podemos "tocar y acariciar a Dios":

"Nacido en un establo en Belén, no en los palacios de los reyes. Cuando Francisco de Asís celebró la Navidad en Greccio, en 1223, con un buey y una mula y un pesebre con paja, se hizo visible una nueva dimensión del misterio de la Navidad. Francisco de Asís llamó a la Navidad «la fiesta de las fiestas» –más que todas las demás solemnidades– y la celebró con «inefable fervor». Besaba con gran devoción las imágenes del Niño Jesús y balbuceaba palabras de dulzura como hacen los niños, nos dice Tomás de Celano.

Para la Iglesia antigua, la fiesta de las fiestas era la Pascua: en la resurrección, Cristo había abatido las puertas de la muerte y, de este modo, había cambiado radicalmente el mundo: había creado para el hombre un lugar en Dios mismo. Pues bien, Francisco no ha cambiado, no ha querido cambiar esta jerarquía objetiva de las fiestas, la estructura interna de la fe con su centro en el misterio pascual. Sin embargo, por él y por su manera de creer, ha sucedido algo nuevo: Francisco ha descubierto la humanidad de Jesús con una profundidad completamente nueva. Este ser hombre por parte de Dios se le hizo del todo evidente en el momento en que el Hijo de Dios, nacido de la Virgen María, fue envuelto en pañales y acostado en un pesebre. La resurrección presupone la encarnación. El Hijo de Dios como niño, como un verdadero hijo de hombre, es lo que conmovió profundamente el corazón del Santo de Asís, transformando la fe en amor.

En el niño en el establo de Belén, se puede, por decirlo así, tocar a Dios y acariciarlo. De este modo, el año litúrgico ha recibido un segundo centro en una fiesta que es, ante todo, una fiesta del corazón".

Benedicto XVI, 24 diciembre 2011

¿Es el mal tan potente y originario como el bien y lo bello?

En la homilía de la Misa del Gallo el Papa evocaba la "nueva y consoladora certidumbre" que anuncia la Navidad: Dios no es arbitrario y cruel, ni hay dos principios eternamente en lucha e igualmente poderosos (Bien y Mal), sino que "Dios -único principio- es pura bondad":

"Para los hombres de la época precristiana, que ante los horrores y las contradicciones del mundo temían que Dios no fuera bueno del todo, sino que podría ser sin duda también cruel y arbitrario, esto era una verdadera «epifanía», la gran luz que se nos ha aparecido: Dios es pura bondad. Y también hoy, quienes ya no son capaces de reconocer a Dios en la fe se preguntan si el último poder que funda y sostiene el mundo es verdaderamente bueno, o si acaso el mal es tan potente y originario como el bien y lo bello, que en algunos momentos luminosos encontramos en nuestro cosmos. «Ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre»: ésta es una nueva y consoladora certidumbre que se nos da en Navidad.

Benedicto XVI, 24 diciembre 2011

lunes, 19 de diciembre de 2011

Dios os ama con un amor infinito

El domingo 18 de diciembre, IV domingo de Adviento, el Papa ha visitado la cárcel romana de Rebibbia. Recojo algunos párrafos de sus palabras a los detenidos:

"Quisiera poder ponerme a la escucha de la peripecia personal de cada uno, pero, lamentablemente, no es posible; sin embargo, he venido a deciros sencillamente que Dios os ama con un amor infinito, y sois siempre hijos de Dios. Y el mismo Unigénito Hijo de Dios, el Señor Jesús, experimentó la cárcel, fue sometido a un juicio ante un tribunal y sufrió la más feroz condena a la pena capital.

Queridos hermanos y hermanas, la justicia humana y la divina son muy diferentes. Cierto, los hombres no pueden aplicar la justicia divina, pero deben al menos apuntar a ella, tratar de captar el espíritu profundo que la anima, para que ilumine también la justicia humana... Dios, en efecto, es Aquél que proclama la justicia con fuerza, pero que, al mismo tiempo, cura las heridas con el bálsamo de la misericordia.

Justicia y misericordia, justicia y caridad, bisagras de la doctrina social de la Iglesia, son dos realidades diferentes sólo para nosotros los hombres, que distinguimos atentamente un acto justo de un acto de amor... Pero para Dios no es así: en Él, justicia y caridad coinciden; no hay acción justa que no sea también acto de misericordia y de perdón y, al mismo tiempo, no hay una acción misericordiosa que no sea perfectamente justa.

El nacimiento del Señor Jesús, del que haremos memoria dentro de pocos días, nos recuerda su misión de llevar la salvación a todos los hombres, sin excluir a nadie. Su salvación no se impone, sino que nos reúne a través de actos de amor, de misericordia y de perdón que nosotros mismos sabemos realizar. El Niño de Belén será feliz cuando todos los hombres vuelvan a Dios con corazón renovado. Pidámosle en el silencio y en la oración ser todos liberados de la cárcel del pecado, de la soberbia y del orgullo: cada uno de hecho necesita salir de esta cárcel interior para ser verdaderamente libre del mal, de las angustias de la muerte. ¡Sólo aquél Niño en el pesebre es capaz de dar a todos esta liberación plena!

Tened la seguridad de que yo estoy cercano a cada uno de vosotros, a vuestras familias, a vuestros hijos, a vuestros jóvenes, a vuestros ancianos y os llevo a todos en el corazón delante de Dios. ¡El Señor os bendiga a vosotros y a vuestro futuro!"

Benedicto XVI, 18 diciembre 2011

sábado, 17 de diciembre de 2011

A la zaga de Dios

Leyendo la anterior entrada podríamos pensar que el poeta exagera, que ha dejado de lado algunos aspectos cantados por la poesía que no tienen nada que ver con Dios. Pero sigamos escuchándole:

"No nos engañemos, no creamos que hay desvíos. No hay que pensar en fray Luis, ni en San Juan de la Cruz, ni en Hopkins, ni en Péguy, ni en Rilke. A través de la belleza de la mujer va a Dios -triste y grande, como un día de verano- el luminoso Renacimiento. Y a Dios busca en la complicación, en la maravilla o en la perfección nunca saciada el complicado barroquismo. Y el romántico, sombrío o exótico, entre imprecaciones o entre risas, con el alma torturada, a la zaga de Dios va también. Pero, ¿a quién, sino a Él, buscaba, tan ciego, tan turbio, el superrealismo contemporáneo, al bucear otra vez en los subterráneos de nuestra personalidad".

Dámaso Alonso, En busca de Dios, 1945.

Toda poesía es religiosa

La afirmación que da título a esta entrada del blog no es mía, sino de uno de los grandes de la poesía española, Dámaso Alonso:

"Toda poesía es religiosa. Buscará unas veces a Dios en la Belleza. Llegará a lo mínimo, a las delicias más sutiles, hasta el juego, acaso. Se volverá otras veces, con íntimo desgarrón, hacia el centro humeante del misterio, llegará quizá a la blasfemia. No importa. Si trata de reflejar el mundo, imita la creadora actividad. Cuando lo canta con humilde asombro, bendice la mano del Padre. Si se revuelve, iracunda, reconoce la opresión de la poderosa presencia. Si se vierte hacia las grandes incógnitas que fustigan el corazón del hombre, a la gran puerta llama. Así va la poesía de todos los tiempos a la busca de Dios".

Dámaso Alonso, En busca de Dios, 1945.

domingo, 11 de diciembre de 2011

La forma más pura de la alegría

El padre Cantalamessa, sacerdote franciscano y predicador del Papa, comenta también la liturgia del III Domingo de Adviento con estas sabias palabras:

"El tercer domingo de Adviento se llama domingo 'de la alegría' y marca el paso de la primera parte -prevalentemente austera y penitencial- del Adviento a la segunda parte dominada por la espera de la salvación cercana. El título le viene de las palabras 'Estad siempre alegres' (gaudete) que se escuchan al inicio de la Misa: 'Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca' (Filipenses, 4,4-5). Pero el tema de la alegría invade también el resto de la liturgia de la Palabra. En la primera lectura oímos el grito del profeta: 'Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios'. El Salmo responsorial es el Magnificat de María, intercalado del estribillo: 'Me alegro con mi Dios'. La segunda lectura, finalmente, comienza con las palabras de Pablo: 'Hermanos: Estad siempre alegres'.

Ser felices es tal vez el deseo humano más universal. Todos quieren ser felices. El poeta alemán Schiller cantó este anhelo universal al gozo en una poesía que después Beethoven inmortalizó, haciendo el famoso Himno a la Alegría que concluye la Novena Sinfonía. También el Evangelio es, a su modo, un largo himno a la alegría. El nombre mismo 'evangelio' significa, como sabemos, feliz noticia, anuncio de alegría.

Pero el discurso de la Biblia sobre la alegría es un discurso realista, no idealista ni veleidoso. Con la comparación de la mujer que da a luz (Juan 16,20-22) Jesús nos ha dicho muchas cosas. El embarazo no es en general un período fácil para la mujer. Es más bien un tiempo de molestias, de limitaciones de todo tipo: no se puede hacer, comer ni llevar puesto lo que se desea, ni ir adonde se quiera. Sin embargo, cuando se trata de un embarazo deseado, vivido en un clima sereno, no es un tiempo de tristeza, sino de alegría. El porqué es sencillo: se mira adelante, se pregusta el momento en que se podrá tener en brazos a la propia criatura. He oído a varias madres decir que ninguna otra experiencia humana se puede comparar a la felicidad que se experimenta al convertirse en madre.

Todo esto nos dice algo muy preciso: las alegrías verdaderas y duraderas maduran siempre desde el sacrificio. ¡No hay rosa sin espinas! En el mundo, placer y dolor (lo hemos observado ya en una ocasión) se siguen el uno al otro con la misma regularidad con la que al elevarse una ola que impulsa al nadador hacia la playa le sigue un hundimiento y un vacío que le succiona hacia atrás. El hombre busca desesperadamente separar a estos dos 'hermanos siameses', de aislar el placer del dolor. Pero no se consigue, porque es el propio placer desordenado el que se transforma en amargura. O de improviso y trágicamente, como nos dicen las crónicas diarias, o un poco a la vez, a causa de su incapacidad de durar y del tedio que genera. Basta pensar, por poner un ejemplo más evidente, qué queda de la excitación de la droga un minuto después de que haya cesado su efecto, o a dónde lleva, también desde el punto de vista de la salud, el abuso desenfrenado del sexo. El poeta pagano Lucrecio tiene dos poderosos versos al respecto: «Un no sé qué de amargo surge de lo íntimo de cada placer nuestro y nos angustia incluso en medio de nuestras delicias».

Al no poder, por lo tanto, separar placer y dolor, se trata de elegir: o un placer pasajero que lleva a un dolor duradero, o un dolor pasajero que lleva a un placer duradero. Esto no vale sólo para el placer espiritual, sino para toda alegría humana honesta: la de un nacimiento, una familia unida, una fiesta, el trabajo llevado felizmente a término, el gozo de un amor bendecido, la amistad, una buena cosecha para el agricultor, la creación artística para el artista, una victoria para el atleta.

Alguno podría objetar: ¿pero entonces para el creyente la alegría, en esta vida, será siempre y sólo objeto de espera, sólo un gozo 'de lo que está por venir'? No; existe una alegría secreta y profunda que consiste precisamente en la espera. Es más, es tal vez ésta, en el mundo, la forma más pura de la alegría; la alegría que se tiene en esperar. El poeta Leopardi lo dijo maravillosamente en la poesía Il sabato del villaggio. La alegría más intensa no es la del domingo, sino la del sábado; no es la de la fiesta, sino la de su espera. La diferencia es que la fiesta que el creyente espera no durará sólo algunas horas, para después ceder de nuevo el puesto a 'tristeza y tedio', sino que durará para siempre".

Raniero Cantalamessa, 11 de diciembre de 2011

La alegría de amar

Sí, la alegría cristiana no desvía su mirada del dolor, del sufrimiento de los hombre. Porque nace del amor:

"Una característica inconfundible de la alegría cristiana es que puede convivir con el sufrimiento, pues se basa totalmente en el amor. De hecho, el Señor que 'está cerca' de nosotros, hasta el punto de hacerse hombre, viene a infundirnos su alegría, la alegría de amar. Sólo así se comprende la serena dicha de los mártires incluso en medio de las pruebas, o la sonrisa de los santos de la caridad ante quien está en el dolor: una sonrisa que no ofende, sino que consuela.

'Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo' (Lucas 1, 28). El anuncio del Ángel a María es una invitación a la alegría. Pidamos a la Virgen Santa el don de la alegría cristiana".

Juan Pablo II, 14 de diciembre de 2003

¿Es posible la alegría en tiempos de crisis?

A la pregunta de si es posible vivir la alegría cristiana en nuestros días -tiempos de crisis- el papa Benedicto XVI respondía hace unos años:

"La respuesta la dan con su vida, hombres y mujeres de toda edad y condición social, felices de consagrar su vida a los otros”.

Y añadía, recordando la sonrisa de Madre Teresa:

“La alegría cristiana se sostiene en esta certeza: Dios está cerca, está conmigo, en la alegría y el dolor, en la salud y la enfermedad, como amigo y esposo fiel. [...] Dios está cerca porque se ha ‘casado’, por así decirlo, con nuestra humanidad. [...] Y esta alegría permanece en la prueba, en el mismo sufrimiento, y no se queda solo en la superficie, sino que está en el fondo de la persona que a Dios se confía y en Él confía... La Beata Teresa de Calcuta vivía cotidianamente en contacto con la miseria, la degradación humana, la muerte. Su alma ha conocido la prueba de la noche oscura de la fe, y a pesar de ello siempre tuvo para todos la sonrisa de Dios”.

Benedicto XVI, Angelus del 16 de diciembre de 2007

La alegría es el Amor disfrutado

A vueltas con la alegría. Dice Santo Tomás:

“La alegría es el amor disfrutado; es su primer fruto. Cuanto más grande es el amor, mayor es la alegría".

Santo Tomás, Suma Teológica.

El triste siempre obra el mal

Hoy celebramos el III Domingo de Adviento, llamado en la tradición litúrgica "Gaudete" (Alegraos), por la invitación a alegrarnos antes la cercanía del nacimiento de Cristo en Navidad. Leo una espléndida frase de un texto cristiano de los primeros siglos:

"Una persona alegre obra el bien, gusta de las cosas buenas y agrada a Dios. En cambio, el triste siempre obra el mal".

Pastor de Hermas, Mand. 10, 1.

lunes, 5 de diciembre de 2011

La maravilla cierta del vivir

Concluyo este ciclo con algunos versos del poema Porque nada termina, dedicado a Ramón Gaya, pintor y escritor también murciano. En el elogio al artista de cuya amistad gozó, Eloy Sánchez Rosillo expresa su anhelo de un más allá de la muerte que confirme «sin temores ni asechanzas» «la maravilla cierta del vivir»:

"Es preciso que todo en apariencia acabe
para que al fin comience.
Sólo entonces los hechos
de nuestro acontecer desordenado
adquieren poco a poco
la rara consistencia indestructible
del sueño o la leyenda; sólo entonces podemos
comprender lo vivido, completarlo,
y soñar sin temores ni asechanzas,
interminablemente,
la maravilla cierta del vivir".

Pero, ¿quién puede garantizarnos este más allá anhelado en que se salve lo vivido? Sólo Cristo resucitado, en su misericordia, hace verdaderas las palabras proféticas del poeta:

"Nada de cuanto digo
se extingue con tu muerte.
Tras esa puerta estrecha, oscura y necesaria
que un día atravesaste,
continúa el camino, ya sin riesgo ninguno
de que discurra por lugar baldío
ni de que, como pudo suceder,
nos resultara ajeno su trazado.

Es preciso que todo transcurra y se remanse,
que al parecer concluya para que al fin empiece.
Porque todo está siempre comenzando.
Porque nada termina".

Eloy Sánchez Rosillo, Oír la luz, Tusquets Editores, 2008, pp. 57-61

Qué extraña es la belleza

Pero la belleza del mundo es paradójica, alegra y aflige al mismo tiempo. Porque no puede dar lo que promete. Es signo. De ahí que en el corazón del verdadero poeta haya siempre un tono de elegía. Poema Condición de lo bello:

"Qué extraña la belleza. Cuántas veces
a un tiempo nos alegra y nos aflige;
su luz te da en los ojos y te salva,
pero en el pecho canta la elegía".

Eloy Sánchez Rosillo, Oír la luz, Tusquets Editores, 2008, p. 35

Cuánto misterio surge

«Cuánto misterio» hay en todo, como leemos en el poema Invierno:

"... Oigo también mi respirar; y casi,
con extrañeza grande de estar vivo,
mi propio corazón. Cuánto misterio
surge si suspendemos totalmente
cualquier actividad y nos abrimos
al ser que somos y a la realidad
que nuestro alrededor nos da con creces.

Cuánto misterio en esta casa sola,
en esta tarde, en mí que la contemplo,
en las horas que han ido oscureciéndose
y en la noche que llega".

Eloy Sánchez Rosillo, Oír la luz, Tusquets Editores, 2008, pp. 41-42

Aquí acontece amor

La escritura poética puede captar el ser de las cosas, puede cantar su misterio. Recojo los últimos versos del poema Lectura de Emily Dickinson, de Eloy Sánchez Rosillo. Tras narrar la experiencia de su encuentro con la poesía de la escritora norteamericana nuestro autor concluye:

"... Pero antes de alejarme,
renovado y dichoso, con gratitud, me dije:
aquí sucede el ser
y junto a su latir late lo vivo,
canta el misterio;
aquí acontece amor, ocurre el mundo,
verdad del existir, luz que también es mía".

Eloy Sánchez Rosillo, Oír la luz, Tusquets Editores, 2008, p. 132

Palabras encendidas

El mismo sol –El sol de la mañana– que iluminaba los días de la infancia en la casa paterna, enciende ahora el corazón y las palabras del poeta:

"El comedor de casa de mis padres,
de mi casa de niño (que es la más verdadera).
Tenía dos balcones que daban a una plaza.
El sol de la mañana entraba allí a raudales
y todo lo encendía.
Ahora, en mi corazón lo noto entrar.
Y enciende estas palabras".

Eloy Sánchez Rosillo, Oír la luz, Tusquets Editores, 2008, p. 63

Cuánta alegría siempre

La realidad, de manera imprevista y gratuita, nos regala alegrías que afirman la positividad de la vida. Es lo que dice el poema Maravillas:

"Cuánta alegría siempre
en ciertos hechos que a destiempo ocurren,
porque sí, cuando nadie los espera o los sueña:
este día de mayo en mitad de febrero,
y, abriéndose camino en su luz prodigiosa,
la muchacha que pasa y me mira y sonríe,
dulce complicidad de un solo instante,
regalo que no dura, afirmación
rotunda y delicada de la vida".

Eloy Sánchez Rosillo, Oír la luz, Tusquets Editores, 2008, p. 145

Mirar no es sólo asunto de los ojos

En el poema La ceguera Sánchez Rosillo vuelve sobre el tema de la mirada, que «no es sólo asunto de los ojos». Si miramos bien no podemos no ver la belleza del mundo, hermosura que salva:

"Mirar no es sólo asunto de los ojos.
Primero, ciérralos unos instantes
y dentro de ti busca –en tu sosiego–
la facultad de ver.
Y ahora ábrelos, y mira.
Es enero ahí afuera, pero está
muy hermosa la vida esta mañana.
Cuánto sol en los álamos
que en trémulas hileras van creciendo
en esta vieja plaza
de tu ciudad. Un día y otro día,
durante muchos años,
a su lado pasaste y no los viste,
ciego que dabas pena y que hoy, por fin,
de milagro has sanado y puedes ver
y en tu mirar te salvas".

Eloy Sánchez Rosillo, Oír la luz, Tusquets Editores, 2008, p. 99

Todo es tuyo si miras

La mirada verdadera nos hace “poseer” la realidad, nos hace ricos, pues todo es nuestro:

"Mirar es poseer:
todo es tuyo si miras,
aunque el ciego te vea
con las manos vacías".

Eloy Sánchez Rosillo, Oír la luz, Tusquets Editores, 2008, p. 81

Abril no es sólo abril

La vocación del poeta no es inventar mundos, aunque algunos así lo crean, sino mirar con ojos maravillados, no acostumbrados, el mundo que nos rodea, el mundo que somos también nosotros mismos. En otro poema –Abril– Sánchez Rosillo señala la importancia de aprender a ver bien la realidad, reconociendo lo que la sobrepasa, ese «algo más» del que es signo, y se lamenta de los que miran sin ver:

"No se puede hacer nada.
Algunos, aunque miren, nunca ven
que abril no es sólo abril,
sino algo más, inmenso, incalculable.
Es muy fácil de ver, pero hay que verlo.
¿Cómo no se dan cuenta?
¿Dónde tienen los ojos?
Están ciegos del todo. No hay remedio".

Eloy Sánchez Rosillo, Oír la luz, Tusquets Editores, 2008, p. 55

Testigo de tanta maravilla

Una de mis mayores satisfacciones, en momentos “robados” a jornadas cargadas de trabajo y actividad, es leer poesía. Es un trabajo –y un ocio, que no negocio– que requiere paciencia y disciplina. No todo me convence, ni ciertamente me cautiva. Hay que leer muchas páginas para encontrar una que conmueva por la verdad que atesora y el acierto en el decirla. Pero a veces sucede. Y en ciertos autores, sucede más.

Este es el caso de un poeta que acabo de descubrir –confieso mi precedente ignorancia– gracias a la visita a una librería “de viejo” en mi hermosa ciudad de Alcalá de Henares. El libro lleva por título Oír la luz y reúne sesenta y siete creaciones poéticas de Eloy Sánchez Rosillo (1948), escritor murciano que lleva más de treinta años de ejercicio poético.

Recojo varios poemas de Sánchez Rosillo. El primero, De la naturaleza de las cosas, describe la belleza y singularidad de cada cosa y cada instante, su carácter irrepetible –«todo es distinto siempre»–, y reconoce, como «testigo fascinado», el misterio que lo gobierna todo «con poderosa y amorosa ley»:


"De qué manera tan irrepetible
ha ido hilvanando la naturaleza
todas las cosas que mis ojos ven
precisamente ahora, en este día
hermosísimo y único del mundo.

En principio parece la mañana
una mañana igual que cualquier otra,
pero ninguna ha habido como ésta,
ni tampoco ha de haberla en el futuro.
Todo es distinto siempre, y prodigiosa
tanta diversidad casi impensable.
El mar, el cielo, el aire, aquellos montes
que la distancia desdibuja, el álamo
encendido de sol, la golondrina
que vuela en el jardín de un lado a otro
y que con entusiasmo inagotable
traza sus garabatos en la luz.

Toda cosa en sí misma, y el conjunto
de cuanto miro, se me muestran hoy
como ya nunca más han de mostrarse,
y también los contemplo yo de un modo
que el instante genera y va extinguiendo.
Hay en esto un misterio muy profundo
(que aunque nos da sosiego, nos aboca
a la inquietud de una insondable sima),
algo que no es azar y que gobierna
el todo y cada parte y cada una
de sus combinaciones infinitas
con poderosa y amorosa ley.

El ser testigo fascinado, absorto,
de tanta maravilla esta mañana,
me conmueve y me llena el corazón
de alegría y consuelo".

Eloy Sánchez Rosillo, Oír la luz, Tusquets Editores, 2008, pp. 13-14

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Un extraño sentimiento de dicha

Sigue el testimonio de los astronautas acerca de la añoranza de vivir en la Tierra:

"Llevábamos muchos tipos de grabaciones: conciertos, música popular, pero al final del vuelo sólo escuchábamos folclore ruso. También teníamos grabaciones de los sonidos de la naturaleza. El trueno, la lluvia, el canto de los pájaros. Al final volvíamos frecuentemente a ellas y nunca nos cansábamos de escucharlas. Era como si nos llevaran de vuelta a la tierra".

Anayoly Berezovoy, URSS


Pero es otro astronauta ruso quien mejor describe la alegría de recobrar la realidad cotidiana que tantas veces damos por supuesta:

"Un extraño sentimiento de dicha me invadió cuando el módulo aterrizó, giró y se detuvo. El clima era voluptuoso y la tierra olía indescifrablemente dulce y profunda, y había viento, ¡qué placer sentir el viento después de largos días en el espacio!"

Andriyan Nikolayev, URSS

Un mundo sin sonidos

Leo los testimonios de varios astronautas, rusos y americanos, acerca de su experiencia en el espacio y, sobre todo, de su regreso al hogar, al planeta Tierra. Destaca su aprecio por la "realidad" concreta de la tierra, del mundo que habitualmente vivimos, redescubierto por ellos como hogar:

"Cuando volví, después de 12 días de un viaje a la Luna, podía apreciar pequeñas cosas como sentarme en una silla y sentir la presión en mi espalda, poder caminar en ropa normal, poder comer con un tenedor, acostarse y quedar en esa posición, oler cosas, apreciar las sensaciones de la Tierra, escuchar sonidos, realmente. Estábamos en un ambiente en donde traíamos los sonidos con nosotros, porque el espacio no tiene sonidos, es vacío. Esto es cierto igualmente en la Luna. Un mundo sin sonidos, sin olores, sin sentido".

James Irwin, astronauta de EEUU

lunes, 21 de noviembre de 2011

Tiempo de Paraíso

Encuentro en un libro de poemas de Lorenzo Gomis una intuición acertada. El autor compara la vivencia del tiempo antes del pecado original -el tiempo como don- con nuestra experiencia angustiosa y avara del tiempo. Y concluye que sólo en la adoración el tiempo vuelve a su verdadera dimensión:

"No es que no hubiera tiempo, es que era tempo lento. [...]
Era un tiempo distinto. Tiempo de paraíso. [...]

La maldita manzana infundió la sospecha.
¿Y si el tiempo se acaba? ¿Y si la muerte acecha?
¿Y si el ancho camino poco a poco se estrecha?
¿Y si todo en el mundo tiene marcada fecha?

Saltó de pronto un muelle. Se había disparado
el tiempo. Ahora corría, escaso, acelerado.
El hombre no era rey, era esclavo marcado.
Si le faltaba el tiempo era un ser acabado.

Fue pecado dudar del libre don del tiempo. [...]
Fue pecado dudar de que el tiempo era un don. [...]
Si se rehace el tiempo es en la adoración".

Lorenzo Gomis, Libro de Adán y Eva, Endymion, Madrid 1991, pp. 20-21.

sábado, 12 de noviembre de 2011

La realidad en "status nascens"

Recupero una de mis primeras lecturas de Ortega, que hace referencia a la mirada y a la obra poética, que desvela el rostro oculto de las cosas, devolviéndoles su virginidad original, como si acabaran de ser creadas:

"La poesía es eufemismo, eludir el nombre cotidiano de las cosas, evitar que nuestra mente las tropiece por su vertiente habitual, gastada por el uso, y mediante un rodeo inesperado ponernos ante el dorso nunca visto del objeto de siempre. La nueva denominación lo recrea mágicamente, lo repristina y virginiza. ¡Delicia aún mayor que la de crear esta de recrear! Porque la creación donde no había nada pone una cosa; pero en la recreación tenemos siempre dos: la nueva, que vemos nacer imprevista, y la vieja, que recobramos a su través.

Tomada por sorpresa la realidad, herida en el flanco menos guardado y presumible, se entrega absolutamente, siempre en forma de primer amor. Es natural: la poesía vuelve a poner todo en alborada, en 'status nascens' , y salen las cosas de su regazo desperezándose, en actitud matinal, emergiendo del primer sueño a la primera luz".

José Ortega y Gasset

Una simple e infinita correspondencia

En el estudio anterior sobre Kandinsky leo una cita de Hofmannsthal que evoca magistralmente la percepción de la realidad como presencia, el ser vivo de las cosas, de cada cosa, y al mismo tiempo la impotencia para expresar y explicar adecuadamente esta intuición:

"Cualquier criatura, en esos instantes, un perro, una rata, un escarabajo, un manzano seco, un camino de carro serpenteando sobre la colina, una piedra recubierta de musgo, es para mí más que la más bella y apasionada amante en la más feliz de las noches. Esas criaturas mudas y a veces inanimadas saltan a mi encuentro con tal plenitud, con una tal presencia de amor que mis ojos dichosos no pueden encontrar, a todo su alrededor, nada que esté muerto.

Todo, todo lo que hay, todo lo que recuerdo, todo lo que mi confuso pensamiento roza, me parece ser algo. Incluso la misma pesadez, la extraña obtusidad de mi cerebro me parece ser algo; siento en mí y en torno a mí una arrobadora, una simple e infinita correspondencia, y no hay una sola entre las materias contrapuestas en la que yo no sea capaz de trasvasarme. Para mí, es como si mi cuerpo estuviera formado por puras cifras que me lo revelasen todo. O como si pudiéramos entrar en una nueva relación, llena de presentimientos, con todos los seres, como si empezáramos a pensar con el corazón.

Pero, una vez desprendido de mí ese extraordinario encantamiento, ya no sé decir nada de ello; soy entonces tan incapaz de mostrar con palabras sensatas dónde esté esa armonía entretejida en mí y en todo el mundo y cómo me haya hecho sentirla, como de exponer un informe sobre la circulación interior de mis vísceras o los borbotones de mi sangre".

Hugo von Hofmannsthal, Carta a Lord Chandos, Murcia, Arquitectura, 1981, pp. 34-35.

¿Cómo 'traducir' la luz del sol?

Leo un interesante ensayo sobre Kandinsky, el pintor ruso, en el que se habla de la insatisfacción que experimentaban los artistas, de manera especial los pintores, en los años del cambio de siglo -en torno a 1900- por no encontrar el modo adecuado de expresar la realidad, de "traducir" lo real con sus pinceles:

"Insatisfacción, ante todo, por el lenguaje, por su capacidad. Cabe recordar a este respecto la preocupación de Cézanne por 'traducir' mediante signos pictóricos una realidad que, tal como él la veía, se le escapaba en el lienzo. Cézanne no hizo sino aludir una vez tras otra a la insuficiencia de su lenguaje, a la insatisfacción por los resultados obtenidos, lo que le condujo a dejar muchas de sus obras sin terminar. ¿Cómo 'traducir' la luz del sol?, ¿cómo resolver un problema en principio sencillo: la relación entre las figuras y el suelo que pisaban?, ¿cómo pintar la relación entre los objetos y la atmósfera?"

Valeriano Bozal, "Kandinsky, el camino de la pintura abstracta", p. 11, en el catálogo de la exposición Kandinsky, origen de la abstracción, 2003.

martes, 1 de noviembre de 2011

No estamos solos

La Iglesia celebra hoy la Solemnidad de Todos los Santos. Decía en 2006 Benedicto XVI:

"Queridos hermanos y hermanas, hoy contemplamos el misterio de la comunión de los santos del cielo y de la tierra. No estamos solos; estamos rodeados por una gran nube de testigos: con ellos formamos el Cuerpo de Cristo, con ellos somos hijos de Dios, con ellos hemos sido santificados por el Espíritu Santo. ¡Alégrese el cielo y exulte la tierra! El glorioso ejército de los santos intercede por nosotros ante el Señor; nos acompaña en nuestro camino hacia el Reino y nos estimula a mantener nuestra mirada fija en Jesús, nuestro Señor, que vendrá en la gloria en medio de sus santos".

Benedicto XVI

jueves, 27 de octubre de 2011

Peregrinos de la verdad

En estos días se ha celebrado en Asís un encuentro interreligioso y ecuménico por la paz y la justicia, a los 25 años del célebre encuentro promovido por el Beato Juan Pablo II. Rescato algunas palabras del discurso de Benedicto XVI:

"Junto a estas dos formas de religión y anti-religión, existe también en el mundo en expansión del agnosticismo otra orientación de fondo: personas a las que no les ha sido dado el don de poder creer y que, sin embargo, buscan la verdad, están en la búsqueda de Dios. Personas como éstas no afirman simplemente: «No existe ningún Dios». Sufren a causa de su ausencia y, buscando lo auténtico y lo bueno, están interiormente en camino hacia Él. Son «peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz».

Plantean preguntas tanto a una como a la otra parte. Despojan a los ateos combativos de su falsa certeza, con la cual pretenden saber que no hay un Dios, y los invitan a que, en vez de polémicos, se conviertan en personas en búsqueda, que no pierden la esperanza de que la verdad exista y que nosotros podemos y debemos vivir en función de ella.

Pero también llaman en causa a los seguidores de las religiones, para que no consideren a Dios como una propiedad que les pertenece a ellos hasta el punto de sentirse autorizados a la violencia respecto a los demás.

Estas personas buscan la verdad, buscan al verdadero Dios, cuya imagen en las religiones, por el modo en que muchas veces se practican, queda frecuentemente oculta. Que ellos no logren encontrar a Dios, depende también de los creyentes, con su imagen reducida o deformada de Dios. Así, su lucha interior y su interrogarse es también una llamada a a nosotros creyentes, a todos los creyentes, a purificar su propia fe, para que Dios -el verdadero Dios- se haga accesible".

Benedicto XVI

martes, 16 de agosto de 2011

En cada detalle se asoma el Misterio

Ante la Sagrada Familia de Gaudí uno siente la imposibilidad de captar todos los detalles, pues se trata de una obra inmensa. Pero es también lo que nos sucede ante la proliferación de iniciativas, exposiciones, actos programados con ocasión de la JMJ Madrid 2011. Es imposible verlo, visitarlo todo. ¿Qué hacer, entonces? Seguir el consejo que nos dan los responsables de la exposición sobre Gaudí:

"En cada detalle se asoma el Misterio, cada cosa es signo. Coge un detalle y llévatelo como un tesoro".

Para hacer bien las cosas

Ayer asistí a la inauguración de la exposición Moved by Beauty (Conmovidos por la Belleza) en el parque madrileño de El Retiro, con ocasión de la JMJ Madrid 2001. La exposición es una introducción al templo expiatorio de la Sagrada Familia de Antonio Gaudí. Os copio una frase de Gaudí que me impresionó. Vale para el trabajo, pero también para cualquier tarea de la vida:

"Para hacer bien las cosas es necesario: primero, el amor a ellas; segundo, la técnica".

Antonio Gaudí.

domingo, 17 de julio de 2011

La dulce esperanza del arrepentimiento

¡Impresionante la primera lectura de este domingo! Dios es todopoderoso y es el principio de la justicia, pero justamente por su poder nos juzga con indulgencia y nos enseña a ser humanos en el juicio y a tener "la dulce esperanza" de su perdón.

"Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo, ante quien tengas que justificar tu sentencia. Tu poder es el principio de la justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos. Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total, y reprimes la audacia de los que no lo conocen. Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres.

Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento".

Libro de la Sabiduría 12, 13. 16-19

viernes, 8 de julio de 2011

La auténtica belleza: armonía de verdad y caridad

Un eslabón más de la larga cadena de encuentros entre la Iglesia de nuestros días y los artistas. Unos párrafos del discurso de Benedicto XVI con ocasión de la inauguración de una muestra en su honor, con el título “El esplendor de la verdad, la belleza de la caridad:

"Nuestro encuentro de hoy, en el que tengo la alegría y la curiosidad de admirar vuestras obras, quiere ser una nueva etapa de ese recorrido de amistad y de diálogo que emprendimos el 21 de noviembre de 2009, en la Capilla Sixtina, un acontecimiento que llevo aún impreso en el alma.

La Iglesia y los artistas vuelven a encontrarse, a hablarse, a apoyar la necesidad de un coloquio que quiere y debe llegar a ser cada vez más intenso y articulado, también para ofrecer a la cultura, es más, a las culturas de nuestro tiempo, un ejemplo elocuente de diálogo fecundo y eficaz, orientado a hacer este mundo nuestro más humano y más bello. Vosotros hoy me presentáis el fruto de vuestra creatividad, de vuestra reflexión, de vuestro talento, expresiones de los diversos ámbitos artísticos que representáis aquí: pintura, escultura, arquitectura, orfebrería, fotografía, cine, música, literatura y poesía.

Antes de admirarlas junto a vosotros, permitidme que me detenga solo un momento en el sugerente título de esta Exposición: "El esplendor de la verdad, la belleza de la caridad”. Precisamente en la homilía de la Misa pro eligendo pontifice, comentando la bella expresión de san Pablo de la Carta a los Efesios, veritatem facientes in caritate (4,15), definí el “hacer la verdad en la caridad” como una fórmula fundamental de la existencia cristiana. Y añadí: "En Cristo, coinciden verdad y caridad. En la medida en que nos acercamos a Cristo, también en nuestra vida, verdad y caridad se funden. La caridad sin verdad estaría ciega: la verdad sin caridad sería como un 'címbalo que retiñe' (1Cor 13,1)”.

Es precisamente desde la unión, quisiera decir desde la sinfonía, desde la perfecta armonía de verdad y caridad, de donde emana la auténtica belleza, capaz de suscitar admiración, maravilla y alegría verdadera en el corazón de los hombres. El mundo en que vivimos necesita que la verdad resplandezca y no sea ofuscada por la mentira o por la banalidad; necesita que la caridad inflame y no sea superada por el orgullo y por el egoísmo. Necesitamos que la belleza de la verdad y de la caridad alcance lo íntimo de nuestro corazón y lo haga más humano.

Queridos amigos, quisiera renovaros a vosotros y a todos los artistas un llamamiento amistoso y apasionado: no separéis nunca la creatividad artística de la verdad y de la caridad, no busquéis nunca la belleza lejos de la verdad y de la caridad, sino que con la riqueza de vuestra genialidad, de vuestro impulso creativo, sed siempre, con valor, buscadores de la verdad y testigos de la caridad; haced resplandecer la verdad en vuestras obras y haced de modo que su belleza suscite en la mirada y en el corazón de quien las admira el deseo de hacer bella y verdadera la existencia, toda existencia, enriqueciéndola con ese tesoro que no disminuye nunca, que hace de la vida una obra de arte y de cada hombre un artista extraordinario: la caridad, el amor. Que el Espíritu Santo, artífice de toda la belleza que hay en el mundo, os ilumine siempre y os guíe hacia la Belleza última y definitiva, la que inflama nuestra mente y nuestro corazón y que esperamos poder contemplar un día en todo su esplendor.

Una vez más, gracias por vuestra amistad, por vuestra presencia y porque lleváis al mundo un rayo de esta Belleza que es Dios. De verdadero corazón os imparto a todos vosotros, a vuestros seres queridos y al entero mundo del arte mi Bendición Apostólica".

Benedicto XVI

domingo, 3 de julio de 2011

Un corazón manso y humilde

Domingo XIV del Tiempo Ordinario. Escuchamos en el Evangelio estas palabras de Jesús: "Cargad con mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis vuestro descanso." Recuerdo la conocida oración a la Virgen del padre Grandmaison:

"Santa María, Madre de Dios, consérvame un corazón de niño, puro y cristalino como una fuente. Dame un corazón sencillo que no saboree las tristezas; un corazón grande para entregarse, tierno en la compasión; un corazón fiel y generoso que no olvide ningún bien ni guarde rencor por ningún mal. Fórmame un corazón manso y humilde, amante sin pedir retorno, gozoso al desaparecer en otro corazón ante tu divino Hijo; un corazón grande e indomable que con ninguna ingratitud se cierre, que con ninguna indiferencia se canse; un corazón atormentado por la gloria de Jesucristo, herido de su amor, con herida que sólo se cure en el cielo".

L. de Grandmaison

domingo, 19 de junio de 2011

Trinidad y relaciones humanas

Hoy celebra la Iglesia la Solemnidad de la Santísima Trinidad. No se trata de un misterio abstracto, sino de una verdad revelada que ilumina nuestra vida cotidiana, como ejemplifica el Papa:

"¡Cómo cambiaría el mundo si en las familias, en las parroquias y en toda otra comunidad las relaciones se vivieran siguiendo siempre el ejemplo de las tres Personas divinas, en donde cada una vive no sólo con la otra, sino para la otra y en la otra!"

Benedicto XVI

viernes, 17 de junio de 2011

Un camino, no un milagro

El sacerdote italiano Don Giussani, fundador de Comunión y Liberación, dirigía hace años estas palabras a un grupo de jóvenes que emprendía la peregrinación al Santuario de la Virgen de Loreto. Me parece una indicación sumamente pertinente para nuestra vida de relación con el Misterio, con Cristo. Los milagros, cuando los hay, son para confirmar y clarificar el camino.

"Esperaos un camino, no un milagro que eluda vuestras responsabilidades, que anule vuestro esfuerzo, que haga mecánica vuestra libertad. ¡No! No esperéis esto. Esto supone una diferencia con respecto a lo que habéis vivido hasta ahora, al camino que habéis recorrido: la diferencia profunda es que no podrás seguirnos si no tienes una tensión por comprender. Ahora tendrás que empezar a amar realmente la vida y su destino".

Luigi Giussani

miércoles, 15 de junio de 2011

Espíritu Santo, arte y liturgia

El pasado domingo, día de Pentecostés, el Papa habló de la acción del Espíritu Santo en la Iglesia, y entre otras cosas dijo:

"El Espíritu Santo... da significado a la oración, da vigor a la misión evangelizadora, hace arder los corazones de quien escucha el alegre mensaje, inspira el arte cristiano y la melodía litúrgica".

Benedicto XVI

lunes, 6 de junio de 2011

En torno a la Ascensión: "Un nuevo modo de presencia"

Frente a lo que leíamos en la entrada anterior -en el poema de León Felipe-, podemos encontrar en estas palabras del papa Benedicto XVI la auténtica comprensión del misterio de la Ascensión del Señor. ¡Qué consolador resulta saber que no estamos solos frente a una tarea que resultaría irrealizable sin Jesús!:

"Lucas nos dice que los discípulos estaban llenos de alegría después de que el Señor se había alejado de ellos definitivamente. Nosotros nos esperaríamos lo contrario. Nos esperaríamos que hubieran quedado desconcertados y tristes. El mundo no había cambiado, Jesús se había separado definitivamente. Habían recibido una tarea aparentemente irrealizable, una tarea que superaba sus fuerzas. ¿Cómo podían presentarse ante la gente en Jerusalén, en Israel, en todo el mundo, diciendo: Aquel Jesús, aparentemente fracasado, es sin embargo el Salvador de todos nosotros?

Todo adiós deja tras de sí un dolor. Aunque Jesús había partido como persona viviente, ¿cómo es posible que su despedida definitiva no les causara tristeza? No obstante, se lee que volvieron a Jerusalén llenos de alegría y alababan a Dios. ¿Cómo podemos entender nosotros todo esto?

En todo caso, lo que se puede deducir de ello es que los discípulos no se sienten abandonados; no creen que Jesús se haya como disipado en un cielo inaccesible y lejano. Evidentemente, están seguros de una presencia nueva de Jesús. Están seguros de que el Resucitado (como Él mismo había dicho, según Mateo), está presente entre ellos, precisamente ahora, de una manera nueva y poderosa. Ellos saben que 'la derecha de Dios', donde Él está ahora 'enaltecido', implica un nuevo modo de su presencia, que ya no se puede perder; el modo en que únicamente Dios puede sernos cercano.

La alegría de los discípulos después de la 'ascensión' corrige nuestra imagen de este acontecimiento. La 'ascensión' no es un marcharse a una zona lejana del cosmos, sino la permanente cercanía que los discípulos experimentan con tal fuerza que les produce una alegría duradera".

Benedicto XVI, Jesús de Nazaret II.

En torno a la Ascensión: "Vino y se fue..."

Ayer celebrábamos la Solemnidad de la Ascensión del Señor. Es ésta una de las grandes fiestas del calendario cristiano, pero es necesario entender bien su significado, pues de ello depende la comprensión de la vida y la experiencia cristianas. Un poema de León Felipe lo pone de manifiesto:

"Aquí vino…
y se fue.
Vino, nos marcó nuestra tarea
y se fue.

Tal vez detrás de aquella nube
hay alguien que trabaja
lo mismo que nosotros,
y tal vez
las estrellas
no son más que ventanas encendidas
de una fábrica
donde Dios tiene que repartir
una labor también.

Aquí vino
y se fue.

Vino, lleno nuestra caja de caudales
con millones de siglos y de siglos.
nos dejó unas herramientas…
y se fue.

Él, que lo sabe todo,
sabe que estando solos
sin Dioses que nos miren
trabajamos mejor.

Detrás de ti no hay nadie. Nadie,
ni un maestro, ni un amo, ni un patrón.

Pero tuyo es el tiempo. El tiempo y esa gubia
con que Dios comenzó la creación".

León Felipe


El poema presenta un "cristianismo sin Cristo", un cristianismo de ausencia de Dios. "Tal vez", dice el poeta, "detrás de aquella nube hay alguien"... Pero luego añade: "Detrás de ti no hay nadie..." pues "Él sabe que estando solos sin Dioses que nos miren trabajamos mejor". Desde luego no es ésta la experiencia de los discípulos ni antes ni después de la Ascensión. El cristianismo es la experiencia de la Presencia de Dios con nosotros, de la Compañía de Cristo.

lunes, 30 de mayo de 2011

Sólo el silencio es grande

"Sólo el silencio es grande, el resto es debilidad".

Alfred de Vigny

martes, 24 de mayo de 2011

Tiempo para leer

El presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, el cardenal Gianfranco Ravasi, en su discurso -en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo- sobre el valor de la escritura y del libro como “la expresión más elevada de la mente y del corazón”, citó las hermosas palabras del escritor francés Daniel Pennac:

“El tiempo para leer, como el tiempo para amar, dilata el tiempo para vivir”.

Daniel Pennac

El oficio de un buen libro

Benedicto XVI saludó a principios de mayo, por videomensaje, a los participantes en la XIV Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, en la que la Santa Sede ha sido invitada de honor. Recojo aquí una interesante consideración sobre el valor de los libros:

"Decía el venerable Papa Pío XII que el oficio de un buen libro es educar a una comprensión más profunda de las cosas, a pensar y a reflexionar.

Dios mismo ha querido que el Verbo asumiera nuestra débil naturaleza para hacerse comprensible y cercano a los hombres, y ha dispuesto que la única y eterna Palabra divina se expresase, por inspiración del Espíritu Santo, en palabras humanas que pudieran ser plasmadas en forma de libro para que, a través de las Sagradas Escrituras, pudiese llegar a todos la Buena Noticia de la salvación. Que él les conceda a todos contribuir eficazmente a conservar y difundir también lo mejor del espíritu humano a través de los libros, legado perenne para todos los hombres".

Benedicto XVI

domingo, 22 de mayo de 2011

La oración del Papa por los astronautas

Última pregunta del papa Benedicto XVI a los astronautas de la Estación Espacial Internacional.

PREGUNTA DEL PAPA

Mi última pregunta es para Paolo. Querido Paolo, sé que en los días pasados tu madre te ha dejado y cuando regreses en unos días a casa ya no estará esperándote. Todos estamos a tu lado, yo también he rezado por ti... ¿Cómo has vivido este momento de dolor? En vuestra estación, ¿os sentís alejados y aislados y experimentáis la desesperación o más bien os sentís unidos entre vosotros e integrados en una comunidad que os acompaña con atención y afecto?

--Paolo Nespoli (Italia): Santo Padre, he experimentado sus oraciones, vuestras oraciones han llegado hasta aquí. Es verdad, estamos fuera de este mundo, estamos en órbita alrededor de la Tierra y podemos ver mejor la Tierra y seguir todo lo que nos rodea. Mis colegas aquí, abordo de la Estación --Dimitri, Kelly, Ron, Alexander y Andrei-- han estado muy cerca de mí en este momento importante para mí, muy intenso, así como mis hermanos, mis hermanas, mis tías, mis primos, mis parientes han estado cerca de mi madre en los últimos momentos. Doy las gracias por todo esto. Me he sentido lejos pero también muy cerca, y seguramente el pensamiento de experimentaros a todos cerca de mí, unidos en este momento, ha sido un enorme alivio. Doy también las gracias a la Agencia Espacial Europea y a la Agencia Espacial de los Estados Unidos que han puesto a disposición los recursos para que yo haya podido hablar con ella en los últimos momentos.

SALUDO FINAL DEL PAPA

Queridos astronautas: os doy las gracias de corazón por esta maravillosa oportunidad de encuentro y diálogo con vosotros. Vosotros me habéis ayudado a mí y a otras muchas personas a reflexionar juntos sobre cuestiones importantes que afectan al futuro de la humanidad. Os deseo todo lo mejor para vuestro trabajo y para el éxito de vuestra gran misión al servicio de la ciencia, de la colaboración internacional, del auténtico progreso, y de la paz en el mundo. Vosotros seguiréis estando en mis pensamientos y oraciones y de corazón os imparto mi bendición apostólica.

Una belleza que conquista el corazón

Benedicto XVI conversa con el astronauta italiano, al que entregó una medalla antes de partir hacia la misión espacial.

PREGUNTA DEL PAPA

La exploración del universo es una aventura científica fascinante. Sé que habéis estado instalando nuevos equipos para avanzar en la investigación científica y el estudio de la radiación que procede del espacio exterior. Pero creo que es también una aventura del espíritu humano, un poderoso estímulo para reflexionar sobre los orígenes y sobre el destino del universo y de la humanidad. Los creyentes contemplan con frecuencia los cielos ilimitados y, meditando en el Creador, quedan impresionados por el misterio de su grandeza. Por este motivo, la medalla que le entregué a Robert [Vittori] como signo de mi propia participación en vuestra misión, representa la Creación del Hombre, pintada por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. En medio de vuestro intenso trabajo e investigación, ¿os habéis detenido para reflexionar sobre esto o incluso para elevar una oración al Creador? ¿O será más fácil para vosotros pensar en todo esto cuando hayáis regresado a la Tierra?

--Roberto Vittori (Italia): Santidad, vivir abordo de la Estación Espacial Internacional, trabajar como astronauta en la nave Soyuz de la estación, es algo sumamente intenso. Pero todos tenemos la oportunidad, cuando llega la noche, de bajar la mirada a la Tierra: nuestro planeta, el planeta azul, es hermoso. Azul es el color de nuestro planeta, azul es el color del cielo, azul es también el color de las Fuerzas Aéreas Italianas, la organización que me dio la oportunidad de unirme a la Agencia Espacial Italiana y a la Agencia Espacial Europea. Cuando tenemos un momento para bajar la mirada, la belleza, que es el efecto en tres dimensiones de la hermosura del planeta, nos conquista el corazón, me conquista el corazón. Y entonces sí, rezo: rezo por mí, por nuestras familias, por nuestro futuro. Llevo conmigo su medalla y dejo que la medalla se quede flotando ante mí para demostrar la ausencia de gravedad. Debería darle las gracias por esta oportunidad y quiero que esta medalla flote por mi amigo y colega Paolo: él regresará a la Tierra en la nave Soyuz. Yo traje la medalla al espacio y él la llevará a la tierra para devolvérsela a usted.

Un Universo inmenso creado por Dios

Más preguntas del papa a los astronautas.

PREGUNTA DEL PAPA

La experiencia que estáis viviendo en este momento es extraordinaria y muy importante, aunque tengáis que regresar a la Tierra como el resto de todos nosotros. Cuando regresaréis, seréis sumamente admirados y tratados como héroes que hablan y actúan con autoridad. Os pedirán que habléis de vuestras experiencias. ¿Cuáles serán los mensajes más importantes que queréis compartir -en particular a los jóvenes- que vivirán en un mundo decididamente influenciado por vuestras experiencias y descubrimientos?

--Mike Finchke (Estados Unidos): Santidad, como han dicho mis colegas, podemos mirar hacia abajo y contemplar nuestro precioso planeta Tierra que Dios ha creado, y es el planeta más hermoso de todo el Sistema Solar. De todos modos, si miramos para arriba, podemos ver el resto del universo, y el resto del Universo está ahí fuera para que lo exploremos. Y la Estación Espacial Internacional no es más que un símbolo, un ejemplo de lo que los seres humanos pueden hacer cuando trabajamos juntos constructivamente. Por tanto nuestro mensaje, uno de nuestros muchos mensajes, aunque creo que uno de los más importantes mensajes, es dejar que los niños del planeta, los jóvenes, sepan que existe todo un universo para nosotros que hay que explorar. Y cuando lo hacemos juntos, no hay nada que no podamos lograr.

Un hermoso y frágil oasis en el universo

Sigo recogiendo el interesantísimo diálogo entre el papa Benedicto XVI y los astronautas de la Estación Espacial Internacional.

PREGUNTA DEL PAPA
Uno de los temas que abordo con frecuencia en mis discursos es el la responsabilidad que todos tenemos ante el futuro de nuestro planeta. Recuerdo los serios riesgos que afronta el ambiente y la supervivencia de las futuras generaciones. Los científicos nos dicen que debemos tener cuidado y que desde el punto de vista ético tenemos que educar nuestras conciencias. Desde vuestro extraordinario observatorio, ¿cómo veis la situación en la tierra? ¿Veis signos o fenómenos por los que tenemos que prestar más atención?

--Ron Garan (Estados Unidos): Santidad, es un gran honor conversar con usted y usted tiene razón: desde aquí contamos realmente con un extraordinario observatorio. Por una parte, podemos ver cómo es inenarrablemente bello el planeta que se nos ha dado; pero, por otro lado, podemos ver con claridad lo frágil que es. Basta pensar en la atmósfera, por ejemplo, vista desde el espacio, la atmósfera es tan fina como una hoja de papel, y pensar que esta cobertura delgada como el papel es todo lo que separa a todo ser viviente del vacío del espacio, todo lo que nos protege, es realmente un pensamiento serio. Para nosotros es increíble ver la Tierra suspendida en la oscuridad del espacio y pensar que todos estamos juntos en esto, cabalgando este hermoso y frágil oasis del universo. Nos llena de enorme alegría pensar que todos los que estamos abordo de esta increíble estación orbital, que fue construida por muchas naciones de nuestra alianza internacional, hemos alcanzado este enorme logro en órbita. Usted comprenderá que esto muestra cómo trabajando juntos y con cooperación podemos superar muchos de los problemas que afrontamos en nuestro planeta, podemos resolver muchos de los desafíos que afrontan los habitantes de nuestro planeta. Es realmente un maravilloso lugar para vivir y trabajar, y es un maravilloso mirador de nuestra bella Tierra.

La voz del Papa llega al espacio

Por su evidente interés recogo en este blog la conversación mantenida entre el papa Benedicto XVI y los astronautas de la Estación Espacial Internacional, mantenido el sábado 21 de mayo de 2011. Gracias a una conexión por satélite, el papa, que se encontraba en la Sala Foconi del Palacio Apostólico Vaticano, pudo ver a los astronautas en una pantalla de televisión, mientas que la Estación Espacial sólo recibió el audio de sus palabras. Llama la atención que en esta ocasión fue el papa quien hizo las preguntas.

--Benedicto XVI: Queridos astronautas: estoy muy contento de tener esta oportunidad extraordinaria para conversar con vosotros durante vuestra misión. Me siento sumamente agradecido al poder hablar de este modo con todos vosotros, dado que los miembros de ambas tripulaciones están presentes en la estación espacial en este momento. La humanidad experimenta un período de progreso sumamente rápido en el campo del conocimiento científico y de las aplicaciones técnicas. En cierto sentido, vosotros sois nuestros representantes, pues encabezáis la exploración de la humanidad de nuevos espacios y posibilidades para nuestro futuro, superando las limitaciones de nuestra vida cotidiana. Todos admiramos vuestra valentía, así como la disciplina y el compromiso con el que os habéis preparado para esta misión. Estamos convencidos de que os inspiran nobles ideales y de que buscáis poner los resultados de vuestra investigación y logros a disposición de toda la humanidad al servicio del bien común. Esta conversación me da la oportunidad de expresaros mi propia admiración y aprecio a vosotros y a todos los que colaboran para hacer que vuestra misión sea posible, y para manifestaros mi aliento de todo corazón para que la concluyáis con seguridad y éxito. Pero esto es una conversación, de modo que yo no debo ser el único que habla. Tengo curiosidad por escuchar lo que queréis decir sobre vuestras experiencias y reflexiones. Si os parece bien, quisiera proponeros algunas preguntas.

PREGUNTA DEL PAPA

Desde la estación espacial, vosotros tenéis una visión muy diferente de la Tierra. Sobrevoláis diferentes continentes y varias naciones al día. Creo que debe de ser obvio para vosotros que todos vivimos en una única Tierra y cómo es absurdo el que nos peleemos y matemos entre nosotros. Sé que la esposa de Mark Kelly ha sido víctima de un serio ataque y espero que su salud siga mejorándose. Cuando uno contempla la tierra desde arriba, ¿os habéis preguntado cómo viven aquí abajo las naciones y las personas o cómo la ciencia puede contribuir a la causa de la paz?

--Mark Kelly (Estados Unidos): Gracias por sus amables palabras, Santidad, y gracias por haberse acordado de mi mujer, Gabby. Es una pregunta muy buena: sobrevolamos casi todo el mundo y no puedes ver las fronteras, pero al mismo tiempo nos damos cuenta de que la gente se pelea y hay mucha violencia en este mundo y esto es verdaderamente una desgracia. En general, la gente se pelea por muchas razones. Como hemos visto ahora en Oriente Medio, en ocasiones es por democracia en ciertas áreas, pero en general la gente se pelea por los recursos. Esto es interesante desde el espacio. En la tierra la gente se pelea por la energía; en el espacio utilizamos la energía solar y en la estación espacial tenemos pilas de combustible. La ciencia y la tecnología que hemos aplicado en la estación espacial para desarrollar la energía solar nos da prácticamente una cantidad ilimitada de energía. Y si algunas de estas tecnologías pudieran adaptarse más a la Tierra, quizá podríamos reducir en algo esa violencia.

sábado, 21 de mayo de 2011

Oración de los navegantes de Colón

Leo con interés una noticia sobre América en la que se cita la sencilla oración que rezaban los tripulantes de las carabelas de Colón al alba de cada día de su fantástico viaje:

"Bendita sea la luz / y la Santa Veracruz / y el Señor de la Verdad y la Santa Trinidad. / Bendita sea el alba / y el Señor que nos la manda. / Bendito sea el día / y el Señor que nos lo envía”.

lunes, 2 de mayo de 2011

Vita brevis

"La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, hay que morirse".

Ernesto Sábato

Quiero ser luz y quedarme

En el artículo de Juan Cruz citado en la anterior entrada encuentro esta reflexión sobre Sábato:

"Él quería desaparecer y estar. Una vez, en Casa Lucio de Madrid, donde había querido comer huevos estrellados, cantamos juntos una milonga argentina, de Reguera, creo:

Se me está haciendo la noche
en la mitad de la tarde,
no quiero volverme sombra,
quiero ser luz y quedarme".

Amar la vida a regañadientes

Ernesto Sábato, un hombre triste, pero que amaba la vida a regañadientes. Así lo describe Juan Cruz, en un artículo titulado "Un pesimista comprometido":

"Era un hombre triste; tanto que parecía que esa era su naturaleza... Se hizo tan mayor su tristeza que convirtió su cuerpo, su memoria y su deseo en pura melancolía. (Pero) hubo un filamento en él, siempre, de alegría recóndita, secreta, la que lo hacía amar la vida a regañadientes..."

Y aludiendo a la animadversión de Borges hacia Sábato añade:

"Hay un libro en el que ambos se enzarzan a hablar de la literatura, de Dios y del diablo, y aunque no se quisieron nunca del todo, ahí se ve que en ambos hay una pregunta que acaso es el sustento de la inquietud común: ¿para qué tanto lío si hemos de morir y de esto no quedará ni siquiera un verso sencillo?"

La nostalgia del pasado, la ilusión del futuro

Más sobre Ernesto Sábato. El escritor confesaba que escribir le producía un enorme sufrimiento. ¿Entonces, para qué escribir? ¿Qué valor tiene la literatura? Esta es su respuesta:

"Pese al sufrimiento que le depara, ¿dónde está la raíz de ese impulso que lo lleva a escribir?

-Quizás una de las raíces metafísicas del arte sea esa necesidad que tiene el hombre de rescatar un amor, una niñez, una ilusión del inexorable transcurso. Proust intenta en toda su obra eternizar el pasado, convirtiéndolo en presente definitivo; el melancólico pasado que alguna vez fue futuro, es decir, ilusión.

Escribir, ¿no sería siempre la reafirmación de una esperanza? Si no, ¿para qué hacerlo?

-Creo que ya le cité a Nietzsche: un pesimista es un idealista resentido. Si modificamos levemente el aforismo, diciendo que es un idealista desilusionado, de ahí podríamos pasar a sostener que es un hombre que no termina nunca de desilusionarse".

Extracto de Ernesto Sabato. Entre la letra y la sangre. Conversaciones con Carlos Catania. Seix Barral, 1989.

Para qué hemos vivido y aguantado

En el ocaso del siglo XX Sábato publicó Antes del fin, una suerte de testamento vital. Sin la Resurrección de Cristo la muerte no puede ser sino el Fin. Y la vida algo que hay que aguantar preguntándose el por qué:

"Escribo esto para los que, como yo, se acercan a la muerte, y se preguntan por qué y para qué hemos vivido y aguantado...".

Ernesto Sábato

De soledad a soledad

Ha muerto Ernesto Sábato. Suya es esta frase terrible:

"Cualquier gran obra literaria nace de una soledad desgarradora y aguarda una soledad similar que la reciba".

Ernesto Sábato

sábado, 30 de abril de 2011

Manos invisibles

Bajo el seudónimo de Andrzej Jawień se publicó en noviembre de 1963, en la revista Znak, el ciclo de poemas “La Iglesia” de Karol Wojtyla. El ciclo fue escrito entre el 10 de octubre y el 8 de diciembre de 1962 durante la participación del futuro Papa en el Concilio Vaticano II. Recogemos uno de sus poemas, que habla de la Iglesia.

LAS FUENTES Y LAS MANOS

Nos sostienen palabras pronunciadas
en tiempos muy antiguos
y siguen siendo pronunciadas con gran temor
de que nada sea cambiado en ellas.
¿Tan sólo eso?

Existen invisibles
Manos que nos ayudan
a remar en la barca.
cuya historia, a pesar de los embates, sigue su camino.

¿Es que basta sumergirse en la fuente
sin buscar
las Manos invisibles".

Karol Wojtyla

Poema de Juan Pablo II a la Madre

Mañana, domingo 1 de mayo, Juan Pablo II será beatificado en Roma. El II domingo de Pascua la Iglesia celebra la Solemnidad de la Divina Misericordia y en muchos hogares se celebra el día de la madre. Con ocasión de estas celebraciones recogemos un poema de Karol Wojtyla, perteneciente a la trilogía "La Madre", ciclo poético en tres partes, publicado por primera vez en Polonia el 10 de diciembre de 1950 bajo el seudónimo de Andrzej Jawień.

EL ESPACIO QUE PERMANECE EN TI

"Con frecuencia vuelvo al espacio
que tu Hijo, tu único Hijo ocupa,
mis ideas se ajustan a su forma,
pero quedan vacíos los ojos
y cuelgan de sus labios las palabras de siempre,
las mismas tras las que se ocultaba
cuando deseaba quedarse entre nosotros.

¿Es posible que estas mismas palabras
contengan el espacio mejor que la mirada?
¿Mejor que la memoria y el corazón?
¡Oh Madre! de nuevo puedes hacerlo tuyo.

Inclínate junto conmigo y acepta.
Tu Hijo tiene sabor a pan,
pan de una sustancia eterna.
¿Dónde está este espacio: en el murmullo de mis labios,
en los pensamientos, en la mirada, en el recuerdo,
o, tal vez en el pan?
Se ha perdido entre tus brazos, con la cabecita
apoyada en tu hombro,
porque este espacio ha quedado en ti y de ti procede.

Nunca se ve el vacío. Nuestra unión es tan intensa,
que, cuando con dedos temblorosos partía el pan
para ofrecerlo a la Madre,
me he quedado un momento atónito,
al ver toda la verdad en una lágrima que asomaba
en tus ojos."

Karol Wojtyla

domingo, 27 de marzo de 2011

Con qué llenar el abismo infinito

Otra cita de Pascal en torno a la sed de la Samaritana:

"Una vez hubo en el hombre una verdadera felicidad de la que ahora le queda sólo la marca y la huella vacía que en vano intenta llenar con todo lo que le rodea, buscando en las cosas ausentes la ayuda que no obtiene de las cosas presentes. Pero no encuentra nada apropiado, porque el abismo infinito sólo puede llenarse con un objeto infinito e inmutable, es decir, sólo con Dios mismo".

Blaise Pascal, Pensées.

Nos contentamos con demasiado poco

Siguiendo con la Samaritana, vemos que Jesús parte del deseo de aquella mujer, deseo no bien formulado, deseo quizá equívoco, pero deseo al fin y al cabo. Jesús no lo acalla, no lo censura, sino que lo abre al Infinito, mostrando su verdadera naturaleza: deseo de Dios, de Vida eterna. Dice Lewis:

"Si hoy le preguntáramos a veinte hombres buenos cuál piensan que es la mayor de las virtudes, diecinueve de ellos respondería: la ausencia de egoísmo. Pero si le preguntáramos a casi cualquiera de los grandes cristianos de la antigüedad, respondería que es el amor. ¿Veis lo que ha pasado? Un término negativo se sustituye por otro positivo, y esto no sólo es de importancia filológica. El ideal negativo del altruismo no lleva consigo en primer lugar la idea de preocuparse por el bien de los demás, sino la de no buscar el nuestro propio, como si nuestra abstinencia y no su felicidad fuese lo importante. Yo no creo que sea ésta la virtud cristiana del amor. El Nuevo Testamento habla mucho de negarse a sí mismo, pero no como si el negarse a sí mismo fuera un fin en sí. Se nos dice que nos neguemos a nosotros mismos y tomemos nuestra cruz cada día con el fin de poder seguir a Cristo; y casi todas las descripciones de lo que encontraremos finalmente si lo hacemos suponen un buen estímulo.

Si en las mentes modernas se esconde la idea de que desear nuestro propio bien y anhelar de todo corazón disfrutar de él es algo malo, propongo que esta idea procede de Kant y de los estoicos, y que no es parte de la fe cristiana. De hecho, si consideramos las atrevidas promesas de recompensa y la naturaleza asombrosa de ésta en los Evangelios parece que nuestro Señor no piensa que nuestros deseos son demasiado intensos, sino demasiado débiles. Somos criaturas indiferentes que jugamos con la bebida, el sexo y la ambición cuando se nos ofrece un gozo infinito, como un niño ignorante que quiere continuar haciendo flanes de barro en un tugurio porque no es capaz de imaginarse lo que significa pasar unas vacaciones junto al mar. Nos contentamos con demasiado poco".

C. S. Lewis, The Weight of Glory and Other Addresses, Eerdmans 1965, pp. 1-2.

Todos los hombres buscan la felicidad

Tercer domingo de Cuaresma. La liturgia nos propone el Evangelio de la Samaritana. La sed de Jesús se encuentra con la sed de aquella mujer que había tenido siete maridos sin encontrar el verdadero amor. Jesús le anuncia un agua que calmará definitivamente su sed. Recojo una afirmación de Pascal:

"Todos los hombres buscan la felicidad. No hay excepciones. Aunque empleen métodos diferentes, todos pretenden el mismo fin. La causa de que unos vayan a la guerra y otros la eviten es el mismo deseo en ambos visto de diferente manera. La voluntad nunca da paso alguno que no vaya encaminado hacia este objetivo. esto es lo que motiva cada acción de cada ser humano, aun de aquellos que se ahorcan".

Blaise Pascal, Pensées, 425.

domingo, 27 de febrero de 2011

El cristianismo está empezando

Recojo una interesantísima reflexión del padre Alexander Men, sacerdote ortodoxo nacido en Moscú en 1935, durante los años más duros de la persecución religiosa de Stalin. Hombre de vastísima cultura el padre Men se convirtió en uno de los referentes del cristianismo ruso, siendo siempre mal visto por el régimen soviético. Fue asesinado a hachazos el 9 de septiembre de 1990. El día antes de su asesinato escribió:

"Solo personas de corto entendimiento pueden imaginar que el cristianismo ha llegado a su plenitud. El hecho es que el cristianismo está apenas dando sus primeros tímidos pasos en la historia de la raza humana. Muchas de las palabras de Cristo permanecen aún oscuras. La historia del cristianismo apenas está empezando. Lo que se ha hecho en el pasado, lo que nosotros llamamos historia, es sólo una serie de ensayos".

Alexander Men



lunes, 7 de febrero de 2011

Orar: del 'yo' al 'nosotros'

En esa misma homilía Benedicto XVI explica bellísimamente cómo debe ser la oración cristiana:

"La oración, por un lado, debe ser muy personal, un unirme en lo más profundo a Dios. Debe ser mi lucha con Él, mi búsqueda de Él, mi gratitud por Él y mi alegría en Él.

Y sin embargo, no es nunca un mero asunto privado de mi 'yo' individual desvinculado de los otros. Rezar es esencialmente también un rezar en el 'nosotros' de los hijos de Dios. Únicamente en este 'nosotros' somos hijos de nuestro Padre, al que el Señor no ha enseñado a rezar. Sólo este 'nosotros' nos abre el acceso al Padre.

Por un lado nuestra oración debe volverse cada vez más personal, tocando y penetrando más profundamente el núcleo de nuestro 'yo'. Por otro, debe nutrirse siempre de la comunión de los orantes, en la unidad del Cuerpo de Cristo, para plasmarnos verdaderamente a partir del amor de Dios.

De este modo, rezar -en última instancia- no es una actividad entre otras, no es sólo una determinada parte de mi tiempo. Rezar es la respuesta al imperativo que encontramos al principio del Canon de la celebración eucarística: 'Sursum corda', ¡levantemos el corazón! Es el ascender de mi existencia a la altura de Dios. En san Gregorio Magno encontramos una hermosa palabra al respecto. Él recuerda que Jesús llama a Juan Bautista 'lámpara que arde y resplandece' (Jn 5, 35) y continúa: 'ardiente por el deseo celeste, resplandeciente por la palabra. Por tanto, para que se conserve la veracidad del anuncio, debe conservarse la altura de la vida' (Hom. in Ez. 1, 11, 7). La altura, la medida alta de la vida, que hoy es más necesaria que nunca para dar testimonio de Jesucristo, la podemos alcanzar sólo si en la oración nos dejamos atraer continuamente por Él hacia su altura".

Benedicto XVI, 5 febrero 2011

La verdadera tristeza y la verdadera pobreza

En una reciente homilía, con ocasión de la ordenación episcopal de cinco nuevos arzobispos, el Papa ha dicho:

"Este es el trabajo por la mies en el campo de Dios, en el campo de la historia humana: llevar a los hombres la luz de la verdad, liberarles de la pobreza de la verdad, que es la verdadera tristeza y la verdadera pobreza del hombre.

Llevarles el alegre anuncio que no es sólo palabra, sino acontecimiento: Dios, Él mismo, ha venido a nosotros. Él nos toma de la mano, nos lleva hacia lo alto, hacia sí mismo y de este modo el corazón destrozado recobra la salud".

Benedicto XVI, 5 febrero 2011

martes, 1 de febrero de 2011

La música después de Babel

El 2 de agosto de 2009, al concluir un concierto de la Bayerisches Kammerorchester Bad Brückenau en honor del Santo Padre, Benedicto XVI pronunció una breve alocución en alemán, que concluyó con estas palabras (en italiano):

"Queridos amigos, he hablado en alemán porque los músicos y la mayor parte de los presentes son alemanes. Lamentablemente, después de los sucesos de la torre de Babel las lenguas nos separan, crean barreras. Pero en esta hora hemos visto y oído que existe una parte intacta del mundo, incluso después de la torre y la soberbia de Babel, y es la música: el lenguaje que todos podemos entender, porque toca el corazón de todos nosotros.

Esto nos da la garantía no sólo de que la bondad y la belleza de la creación de Dios no se han destruido, sino que estamos llamados y somos capaces de trabajar por el bien y la belleza, y son también una promesa de que llegará el mundo futuro, de que Dios vence, de que la belleza y la bondad vencen.

Por este consuelo en nuestro trabajo cotidiano os damos las gracias a vosotros, músicos. Gracias a todos vosotros".

Benedicto XVI, 2 agosto 2009

martes, 25 de enero de 2011

El Infinito detrás de las notas

Me han pasado un excelente vídeo en que el célebre maestro Riccardo Muti, con ocasión de la entrega del premio al "Músico del Año" de América Musical, describe así su labor como director de orquesta:

“Vittorio Gui, el famoso fundador del Maggio Musicale de Florencia, cuando tenía noventa años me dijo: Muti, qué lástima estar tan cerca de la muerte justo ahora que estaba aprendiendo a dirigir.

Dirigir no es sólo marcar los tiempos, sino tomar de las almas de los músicos la música, los sentimientos... Los sentimientos, no las notas. Las notas son la expresión concreta de los sentimientos. Y esto es lo que hace que dirigir sea la profesión más difícil del mundo, porque nosotros tenemos una idea que tiene que ser expresada a través de los brazos y luego debe viajar a través de los instrumentos, que son tocados por los dedos o la boca de los músicos, y luego llegar hasta el público. Es un camino muy largo.

Marcar los tiempos es muy fácil. Cualquiera puede hacerlo. Cualquiera. Hacer música es muy difícil. Bien, todos en esta sala se están preguntando: ¿Entonces, cuál cree usted que es su posición, en qué parte está? Yo creo estar en la mitad del camino. Y estoy seguro de que nunca llegaré a la otra orilla del río, porque detrás de las notas habita el Infinito, esto es, Dios. Y nosotros somos demasiado pequeños frente a Dios”.


Riccardo Muti

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domingo, 23 de enero de 2011

Contemplando el cielo

El filósofo Cicerón, en su obra De natura deorum (sobre la naturaleza de los dioses) escribe estas líneas, que son toda una proclamación de la dignidad y excepcionalidad del ser humano:

“Dios ha alzado al hombre del suelo y lo ha colocado en posición erecta, derecho, de modo que contemplando el cielo pudiese tener noción de los dioses. Los hombres no son habitantes de la tierra, sino en cierto sentido espectadores desde la tierra de las realidades superiores y celestes, cuya contemplación no pertenece a ninguna otra especie de seres vivos".

Cicerón, De natura deorum.