martes, 3 de marzo de 2009

La Iglesia, hogar de la belleza

Hace tiempo que me rondaba por la cabeza esta cita del cardenal Ratzinger. Hoy por fin la recupero y la propongo de nuevo a todos los amigos:

“La única apología verdadera del cristianismo puede reducirse a dos argumentos: los santos que la Iglesia ha elevado a los altares y el arte que ha surgido en su seno. El Señor se hace creíble por la grandeza sublime de la santidad y por la magnificencia del arte desplegadas en el interior de la comunidad creyente, más que por los astutos subterfugios que la apologética ha elaborado para justificar las numerosas sombras que oscurecen la trayectoria humana de la Iglesia.

Si la Iglesia debe seguir convirtiendo, y, por lo tanto, humanizando el mundo, ¿cómo puede renunciar en su liturgia a la belleza que se encuentra íntimamente unida al amor y al esplendor de la Resurrección? No, los cristianos no deben contentarse fácilmente; deben hacer de su Iglesia hogar de la belleza —y, por lo tanto, de la verdad—, sin la cual el mundo no sería otra cosa que antesala del infierno”
.

J. Ratzinger (V. Messori), Informe sobre la fe, BAC, Madrid 1985, 5ª edic., pp. 142-143.