lunes, 8 de diciembre de 2008

¿Es aburrida la santidad?

Última cita en el día de la Inmaculada, la toda santa:

"Frecuentemente brota en nosotros la sospecha de que una persona que no peca para nada, en el fondo es aburrida; que le falta algo en su vida: la dimensión dramática de ser autónomos; que la libertad de decir no, el bajar a las tinieblas del pecado y querer actuar por sí mismos forma parte del verdadero hecho de ser hombres; que sólo entonces se puede disfrutar a fondo de toda la amplitud y la profundidad del hecho de ser hombres, de ser verdaderamente nosotros mismos; que debemos poner a prueba esta libertad, incluso contra Dios, para llegar a ser realmente nosotros mismos. ... Pero al mirar el mundo que nos rodea, podemos ver que no es así, es decir, que el mal envenena siempre, no eleva al hombre, sino que lo envilece y lo humilla; no lo hace más grande, más puro y más rico, sino que lo daña y lo empequeñece.

En el día de la Inmaculada debemos aprender más bien esto: el hombre que se abandona totalmente en las manos de Dios no se convierte en un títere de Dios, en una persona aburrida y conformista; no pierde su libertad. Sólo el hombre que se pone totalmente en manos de Dios encuentra la verdadera libertad, la amplitud grande y creativa de la libertad del bien. El hombre que se dirige hacia Dios no se hace más pequeño, sino más grande, porque gracias a Dios y junto con él se hace grande, se hace divino, llega a ser verdaderamente él mismo".

Benedicto XVI, 8 diciembre 2005.

Fuente viva de esperanza: el himno a la Virgen de Dante

A punto de concluirse el día de la Inmaculada no me resisto a transcribir el famoso himno a la Virgen de Dante Alighieri:

“Virgen Madre, hija de tu Hijo, la más humilde y alta de las criaturas, término fijo de la voluntad eterna. Tú ennobleciste la naturaleza humana hasta tal punto que su Hacedor no desdeñó hacerse su hechura. En tu vientre prendió el amor, por cuyo calor, en la eterna paz, germinó esta flor. Aquí [en el Paraíso] eres faz meridiana de caridad para nosotros y abajo, entre los mortales, eres fuente viva de esperanza”.

Dante, La Divina Comedia. Paraíso, XXXIII, 3.

Inmaculada y Panaghia

Dos modos diversos de nombrar la santidad de María:

"La Iglesia latina expresa esto con el título de 'Inmaculada', y la Iglesia ortodoxa con el título de 'Toda santa' (Panaghia). Una resalta el elemento negativo de la gracia de María, que es la ausencia de todo pecado, también del pecado original; la otra resalta el elemento positivo, es decir, la presencia en ella de todas las virtudes y de todo el esplendor que de ella emana".

R. Cantalamessa, María, espejo de la Iglesia, Edicep, p. 21.

Enlace al icono de la Panaghia.