domingo, 28 de junio de 2009

Siento en mí ambas posibilidades

Cita van der Meer una conversación acerca del bien y del mal. Hay quien rechaza cualquier valoración moral de los actos humanos, proponiendo únicamente la búsqueda de la satisfacción individual:

"Hay que burlarse de todo y de todo el mundo, y para conquistar algo que haga la vida digna de ser vivida -aunque sea por unos instantes- obrar con cinismo y hasta con crueldad.

Es extraño que puedan pensarse semejantes paradojas, y es aún más extraño y aterrador que tales teorías nihilistas sean puestas en práctica por ciertos individuos que no retroceden ante ninguna consecuencia, mientras hay otros hombres absorbidos enteramente por el amor de Dios. En mí siento ambas posibilidades".

P. van der Meer, Nostalgia de Dios, Desclée de Brouwer, 1948, pp. 46-47.

Dios no creó la muerte

A propósito de la cita anterior sale a nuestro encuentro la primera lectura de la misa de este domingo. ¡Qué afirmación tan neta y tan decisiva! Dios no es cruel con sus criaturas:

"Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella".

Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24.

¿Verdad o espejismo?

Nueva cita de Nostalgia de Dios. Ha muerto el padre de Marta, la mujer de Pieter van der Meer, autor del diario. Anota éste:

"Esta noche ha muerto repentinamente el padre de Marta... No puedo desprenderme de la visión de ese muerto. Se había acostado como todas las noches. Mientras dormía se dio vuelta en la cama, suspiró profundamente y murió. Entonces, ¿qué significa esta vida a cuyo final se encuentra el inmenso abismo negro donde unos después de otros van cayendo lo hombres, como pesadas piedras, para desaparecer por siempre?

Si el alma no es inmortal, ¡es realmente un absurdo tomar la vida en serio! ¡Oh, poseer la indestructible certidumbre de la fe!

Pero, ¿acaso no son las religiones sueños hermosos, mentiras consoladoras, con los que nos deslumbramos por temor de la atroz realidad, a los que nos aferramos frente a la terrible noticia de la muerte? ¿Contienen la verdad o sólo se trata de un espejismo? Estos enigmas me obsesionan. ¿Dónde podré encontrar la verdad?"

P. van der Meer, Nostalgia de Dios, Desclée de Brouwer, 1948, p. 45.

Demasiado pequeño para mi alma

Hace mucho que no cito el libro Nostalgia de Dios, de van der Meer. Ahora que tengo un poco más de tiempo me propongo transcribir nuvos párrafos. Recordemos que en esta obra el autor narra el itinerario de su conversión, de su encuentro con Cristo gracias a testigos cristianos. Sus páginas son sinceras, profundas, literariamente bellas. Antes de su adhesión a la Iglesia lo que llena su alma es una indecible nostalgia:

"Es de noche a bordo. El mar es una masa oscura aparte del halo luminoso que rodea al navío. Éste avanza tranquilo y seguro hacia el puerto lejano. Mis ojos escrutan los horizontes de la noche impenetrable. Pero no me sacia el espectáculo del espacio; mi alma se sofoca en los límites de lo visible, y yo quisiera impulsarla más allá del mundo real, pero ignoro el camino. Ella no tiende ni hacia las estrellas, ni hacia las profundidades del mar; todo eso tiene una medida, y es, por lo tanto, demasiado pequeño para mi alma. La siento en mí más grande que el vasto mundo; no la sacia ni todo lo que ven mis ojos, ni todo lo que conoce mi inteligencia. Solloza en mi interior con indecible nostalgia".

P. van der Meer, Nostalgia de Dios, Desclée de Brouwer, 1948, p. 38.