miércoles, 23 de noviembre de 2011

Un extraño sentimiento de dicha

Sigue el testimonio de los astronautas acerca de la añoranza de vivir en la Tierra:

"Llevábamos muchos tipos de grabaciones: conciertos, música popular, pero al final del vuelo sólo escuchábamos folclore ruso. También teníamos grabaciones de los sonidos de la naturaleza. El trueno, la lluvia, el canto de los pájaros. Al final volvíamos frecuentemente a ellas y nunca nos cansábamos de escucharlas. Era como si nos llevaran de vuelta a la tierra".

Anayoly Berezovoy, URSS


Pero es otro astronauta ruso quien mejor describe la alegría de recobrar la realidad cotidiana que tantas veces damos por supuesta:

"Un extraño sentimiento de dicha me invadió cuando el módulo aterrizó, giró y se detuvo. El clima era voluptuoso y la tierra olía indescifrablemente dulce y profunda, y había viento, ¡qué placer sentir el viento después de largos días en el espacio!"

Andriyan Nikolayev, URSS

Un mundo sin sonidos

Leo los testimonios de varios astronautas, rusos y americanos, acerca de su experiencia en el espacio y, sobre todo, de su regreso al hogar, al planeta Tierra. Destaca su aprecio por la "realidad" concreta de la tierra, del mundo que habitualmente vivimos, redescubierto por ellos como hogar:

"Cuando volví, después de 12 días de un viaje a la Luna, podía apreciar pequeñas cosas como sentarme en una silla y sentir la presión en mi espalda, poder caminar en ropa normal, poder comer con un tenedor, acostarse y quedar en esa posición, oler cosas, apreciar las sensaciones de la Tierra, escuchar sonidos, realmente. Estábamos en un ambiente en donde traíamos los sonidos con nosotros, porque el espacio no tiene sonidos, es vacío. Esto es cierto igualmente en la Luna. Un mundo sin sonidos, sin olores, sin sentido".

James Irwin, astronauta de EEUU