jueves, 11 de diciembre de 2008

Y ¿a dónde va?

¿A dónde va la música cuando deja de sonar? ¿Muere? ¿Desaparece?
¿O vuelve y se adentra en el gran silencio del que toda música nace?

Se pregunta el poeta:

"¿Qué le pasa a una música
cuando deja de sonar; qué
a una brisa que deja
de revolar, y qué
a una luz que se apaga?

Muerte di, ¿y qué eres tú sino silencio,
calma y sombra?"

Juan Ramón Jiménez

La música... ¿de dónde viene?

Hace unos años el gran director de orquesta Riccardo Muti escribía estas líneas de felicitación al sacerdote italiano Luigi Giussani:

"Quisiera participar en la celebración de su 80 cumpleaños con mis felicitaciones. Y lo hago diciéndole sencillamente 'gracias' por lo que usted ha dado a la música, mostrándola a tantos jóvenes como la experiencia que en mayor medida nos comunica el misterio, como camino para la búsqueda de la felicidad.

Es un misterio que no tiene necesidad de palabras; nos aferra en lo más hondo. ¿De dónde viene? En mí queda esta pregunta, y se la confío a vd., al tiempo que comparto con vd. estos versos de Dante, tomados del Canto XIV del Paraíso, que han marcado mi vida:

Y cual arpa y laúd, con tantas cuerdas
afinadas, resuenan dulcemente
aun para quien las notas no distingue,
tal de las luces que allí aparecieron
a aquella cruz un canto se adhería
que arrebatome, aun no entendiendo
el himno.

Suyo, con afecto,

Riccardo Muti"

El hombre presiente, espera siempre otra cosa

Es cierto, tocar el piano -como decía el maestro Rodrigo-, oír buena música, o cualquier otro contacto con la belleza nos hace rezar, al menos en la forma elemental del deseo:

"En la música, en el panorama de la naturaleza, en el sueño nocturno, el hombre rinde homenaje a otra cosa, otra cosa de la que espera todo: lo espera. Su entusiasmo se produce por algo que la música, o todo lo hermoso que existe en el mundo, ha despertado dentro de sí. Cuando el hombre lo pre-siente, de inmediato inclina su alma a la espera de esa otra cosa; entiende lo que puede, pero espera otra cosa".

Luigi Giussani, Texto programático de la colección de música "Spirto Gentil".

Para mí tocar el piano es como rezar por las mañanas

Confesiones del gran compositor Joaquín Rodrigo (1901-1999), que perdió la vista a los tres años de edad:

"Yo empecé precisamente escribiendo para piano, y a lo largo de mis años de compositor me he acercado siempre a este instrumento con gran cariño, con una gran devoción, y he tratado de escribir sencillamente, auténticamente lo que he sentido y lo que él me ha permitido expresar.

A los músicos de mi generación se les planteaba un problema difícil a la hora de escribir para piano. De un lado estaba la genial Iberia de Albéniz, y del otro lado el gran piano impresionista francés de Debussy y Ravel. Por lo tanto era difícil abrirse camino en un piano que intentara ser un poco personal. Yo he tratado de eludir aquel piano de Albéniz hecho por acumulación, oponiendo un piano hecho por eliminación, es decir, mucho más pequeño, más claro y un poco inspirado en un autor no español, pero muy españolizado, Scarlatti.

Para mí tocar el piano es como rezar por las mañanas".

Joaquín Rodrigo