domingo, 27 de enero de 2013

Palabras vivas

En el Evangelio de hoy Jesús, tras proclamar en la sinagoga de Nazaret un pasaje de Isaías, dice: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír". En Jesús se han cumplido las antiguas profecías, pero también "hoy" la Palabra se cumple entre nosotros, porque es la Palabra de Cristo Resucitado, porque el Espíritu Santo la hace acontecer, tocando los corazones. Todo esto lo hace Dios. Pero hay también algo que depende de nosotros, como escribe genialmente Péguy:

"Jesús no nos ha dado unas palabras muertas, que tengamos que guardar en pequeñas cajas (o en grandes), y que tengamos que conservar en aceite rancio como momias de Egipto.

Jesucristo no nos entregó palabras en conserva para guardar, sino que nos entregó palabras vivas para alimentar.

Las palabras de la vida, las palabras vivas no pueden conservarse sino vivas.

Alimentadas vivas, alimentadas caldeadas, cálidas en un corazón viviente.

Como Jesús tomó, se vio forzado a tomar cuerpo, a revestirse de carne para pronunciar estas palabras (carnales) y para hacerlas oír, para poderlas pronunciar, así nosotros, que somos de carne, debemos aprovecharlo, para conservarlas, para calentarlas, para alimentarlas en nosotros vivas y carnales.

Como una madre carnal alimenta y calienta sobre su pecho a su recién nacido, así debemos alimentar, tenemos que alimentar en nuestro pecho, con nuestra carne y con nuestra sangre, con nuestro corazón, las Palabras carnales, las Palabras eternas, temporalmente pronunciadas.

Milagro de milagros, depende de nosotros, débiles y carnales, el hacer vivir y alimentar y conservar vivas en el tiempo esas palabras pronunciadas vivas en el tiempo. Esas palabras que sin nosotros caerían descarnadas”.

Charles Péguy, El pórtico del misterio de la segunda virtud, Encuentro 1991, pp. 77-79.

lunes, 21 de enero de 2013

Belleza y misión

En el diario italiano Avvenire leo una entrevista a un anciano sacerdote al que he tenido la gracia de conocer, el padre Romano Scalfi, fundador del Centro Russia Cristiana, dedicado a la evangelización de Rusia, especialmente en los duros años del comunismo. Entresaco estas palabras suyas, en respuesta a la pregunta sobre cómo ayudar hoy a descubrir el Misterio:

"Por medio de la belleza. La belleza es lo primero que hace falta para la misión, especialmente hoy, en que predomina una razón reducida. La belleza hiere el corazón, la belleza contagia. Y la liturgia debe ser bella, pero sin necesidad de inventarse nada. Lo eternamente 'nuevo' es Cristo. Y la obra del sacerdote no es una técnica, es vida. Lo único que hace falta es que estemos enamorados de Cristo. Si un sacerdote hace una homilía de una hora, es evidente que le falta el criterio de la belleza. Porque el centro, el corazón de la Misa es la Eucaristía, es Cristo. Se trata simplemente de volver al centro. Lo demás es secundario. Conozco curas buenos y laboriosos, que se creen llamados al asistencialismo, o a la sociología o a la moral. No, es más sencillo: hemos de estar enamorados de Cristo. San Juan Crisóstomo dijo que basta un cristiano ferviente para cambiar un pueblo".

Padre Romano Scalfi, entrevista en Avvenire, 19 enero 2013.

sábado, 19 de enero de 2013

El vino más bello

El Evangelio de este domingo es el de las bodas de Caná. Jesús, a petición de María, su Madre, acude en ayuda de los novios, convirtiendo una gran cantidad de agua en vino. Benedicto XVI pronunció estas palabras en respuesta a unos novios que le planteaban la dificultad que para ellos suponía la promesa del "para siempre":

"El primer vino que se sirve es estupendo: es el enamoramiento. Pero no dura hasta el final: debe venir un segundo vino, es decir, debe fermentar y crecer, madurar.

Un amor definitivo que llega a ser el segundo vino que es más bello, mejor, mejor que el primero. Y esto es lo que debemos buscar".

Benedicto XVI, Encuentro Mundial de las Familias, Milán 2012.

Tu tierra tendrá marido

Recojo la primera lectura de este domingo, segundo del tiempo ordinario. Es de una gran belleza, y muy consolador, el modo en que el profeta habla a Israel, que somos tú y yo:

"Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que rompa la aurora de su justicia,
y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes tu gloria; 
te pondrán un nombre nuevo,
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «Abandonada»,
ni a tu tierra «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.
Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo".

Isaías 62, 1-5

lunes, 14 de enero de 2013

El "yo" brota del "tú"

Decía Nietzsche que "el tú es anterior al yo". Y es verdad en muchos sentidos. Tanto en el creatural como en el psicológico. El teólogo suizo von Balthasar lo explica maravillosamente en algunos de sus escritos. La primera experiencia es la del ser, ser amado, nutrido y protegido, sin distinción de 'tú' y 'yo'. El niño experimenta la bondad de ser, de existir, dependiente del seno materno. Y sólo comenzará a tener conciencia de sí, de su 'yo', frente a la sonrisa de su madre, que será -junto con el padre- el primer "rostro" de Dios. ¡Qué gran don y qué responsabilidad para los padres!

"Su yo [el del niño] brota de la experiencia del tú: con la sonrisa de la madre, gracias a la cual él experimenta que se encuentra insertado, afirmado, amado en algo que incomprensiblemente lo rodea, algo real, y que lo guarda y lo alimenta.

El cuerpo contra el que se estrecha, como una almohada suave, caliente, nutricia, es una almohada amorosa en la que se puede refugiar porque ya antes había sido su refugio. El despertar de su conocimiento es algo tardío en comparación con este misterio abisal que lo precede en una perspectiva incalculable. La conciencia ve limitadamente lo que estaba allí desde hacía tiempo y, por tanto, sólo lo puede confirmar. Un buen día se despierta una luz soñolienta como luz vigilante que se reconoce a sí misma. Pero se despierta al amor del tú, igual que en el seno del tú había antes dormido. La experiencia de la entrada consciente en una realidad que te protege y te abraza, deja algo que no podrá superar la conciencia posterior que crece y madura.

Es natural, pues, que el niño vea lo absoluto, perciba a 'Dios' en su madre y en sus procreadores, y que sólo en un segundo y tercer estadio tenga que aprender a distinguir el amor a Dios del amor experimentado".

Hans Urs von Balthasar, Gloria. Una estética teológica. Vol. 5. Metafísica. Edad Moderna, Encuentro, Madrid, pp. 565-566.

Oración de San Clemente

Leo esta preciosa oración de uno de los primeros papas de la Iglesia, Clemente de Roma. Está llena de resonancias bíblicas:

"Haz que esperemos en tu nombre,
tú que eres el origen de todo lo creado;
abre los ojos de nuestro corazón,
para que te conozcamos a ti,
el solo altísimo en las alturas,
el santo que reposa entre los santos;
que terminas con la soberbia de los insolentes,
que deshaces los planes de las naciones,
que ensalzas a los humildes
y humillas a los soberbios,
que das la pobreza y la riqueza,
que das la muerte, la salvación y la vida,
el solo bienhechor de los espíritus
y Dios de toda carne;
tú que sondeas los abismos,
que ves todas nuestras acciones,
que eres ayuda de los que están en peligro,
que eres salvador de los desesperados,
que has creado todo ser viviente y velas sobre ellos;
tú que multiplicas las naciones sobre la tierra
y eliges de entre ellas a los que te aman
por Jesucristo, tu Hijo amado,
por quien nos has instruido, santificado y honrado".

De la Carta de San Clemente de Roma a los Corintios

miércoles, 2 de enero de 2013

Comenzar el año con una bendición

La liturgia de la Palabra del primer día del año nos ofrece esta preciosa bendición:

"Que el Señor te bendiga y te proteja.
Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti
y te muestre su gracia.
Que el Señor te descubra su rostro
y te conceda la paz".

Libro de los Números 6,24-26

Un nuevo año es como un viaje

En el ángelus del primer día del nuevo año Benedicto XVI ha comparado nuestra vida con un viaje. Y ha implorado la bendición de la Madre para todos nosotros con estas sencillas palabras:

"En este primer Angelus del nuevo año, pedimos a María Santísima Madre de Dios que nos bendiga, como la madre bendice a sus hijos que deben partir de viaje. Un nuevo año es como un viaje: que con la luz y la gracia de Dios, pueda ser un camino de paz para cada hombre y cada familia, para cada país y para el mundo entero".

Benedicto XVI, Angelus, 1 enero 2013