lunes, 5 de diciembre de 2011

Testigo de tanta maravilla

Una de mis mayores satisfacciones, en momentos “robados” a jornadas cargadas de trabajo y actividad, es leer poesía. Es un trabajo –y un ocio, que no negocio– que requiere paciencia y disciplina. No todo me convence, ni ciertamente me cautiva. Hay que leer muchas páginas para encontrar una que conmueva por la verdad que atesora y el acierto en el decirla. Pero a veces sucede. Y en ciertos autores, sucede más.

Este es el caso de un poeta que acabo de descubrir –confieso mi precedente ignorancia– gracias a la visita a una librería “de viejo” en mi hermosa ciudad de Alcalá de Henares. El libro lleva por título Oír la luz y reúne sesenta y siete creaciones poéticas de Eloy Sánchez Rosillo (1948), escritor murciano que lleva más de treinta años de ejercicio poético.

Recojo varios poemas de Sánchez Rosillo. El primero, De la naturaleza de las cosas, describe la belleza y singularidad de cada cosa y cada instante, su carácter irrepetible –«todo es distinto siempre»–, y reconoce, como «testigo fascinado», el misterio que lo gobierna todo «con poderosa y amorosa ley»:


"De qué manera tan irrepetible
ha ido hilvanando la naturaleza
todas las cosas que mis ojos ven
precisamente ahora, en este día
hermosísimo y único del mundo.

En principio parece la mañana
una mañana igual que cualquier otra,
pero ninguna ha habido como ésta,
ni tampoco ha de haberla en el futuro.
Todo es distinto siempre, y prodigiosa
tanta diversidad casi impensable.
El mar, el cielo, el aire, aquellos montes
que la distancia desdibuja, el álamo
encendido de sol, la golondrina
que vuela en el jardín de un lado a otro
y que con entusiasmo inagotable
traza sus garabatos en la luz.

Toda cosa en sí misma, y el conjunto
de cuanto miro, se me muestran hoy
como ya nunca más han de mostrarse,
y también los contemplo yo de un modo
que el instante genera y va extinguiendo.
Hay en esto un misterio muy profundo
(que aunque nos da sosiego, nos aboca
a la inquietud de una insondable sima),
algo que no es azar y que gobierna
el todo y cada parte y cada una
de sus combinaciones infinitas
con poderosa y amorosa ley.

El ser testigo fascinado, absorto,
de tanta maravilla esta mañana,
me conmueve y me llena el corazón
de alegría y consuelo".

Eloy Sánchez Rosillo, Oír la luz, Tusquets Editores, 2008, pp. 13-14

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