lunes, 4 de mayo de 2009

Ahora la belleza no es vana...

Un buen amigo me ha enviado este hermoso texto sobre la Resurrección de Cristo del escritor -filósofo, matemático y religioso- ruso Pavel Florenski (1882-1937). Sobran los comentarios:

“La belleza de la naturaleza no ha vencido a la muerte, no ha hecho más que volverla más horrible, vistiéndola con hábitos elegantes. La nobleza del espíritu no ha vencido a la muerte, aunque el espíritu inmortal haya escapado de lo Inexorable, retirándose a regiones que para ella eran inaccesibles. Y cuando parecía que toda batalla fuese vana el Amor ha entrado en el reino de la muerte: y el punzón de la depredadora se ha desplazado contra su escudo (...)

El mismo ha descendido a nuestra carne lívida. La materia se ha divinizado, en el cuerpo de Cristo se ha vuelto radiante, de una belleza inmutable (...) Ahora la belleza no es vana, porque la criatura ha sido liberada de la corrupción; ahora tampoco el amor es vano, porque el amado no perece sin dejar huellas. No es vana nuestra fe, ni las empresas ascéticas del espíritu, porque Cristo ha resucitado.

En el confuso fluir de los eventos se ha encontrado un centro, ha sido descubierto un centro de apoyo: ¡Cristo ha resucitado! Existe una sola verdad: ¡Cristo ha resucitado! Existe una sola verdad dirigida a todos: ¡Cristo ha resucitado Si el Dios-Hombre no hubiese resucitado, entonces todo el mundo se habría vuelto completamente absurdo y Pilato habría tenido razón con su pregunta llena de desprecio: ¿Qué es la verdad? Si el Dios-Hombre no hubiese resucitado, las cosas más preciosas se habrían convertido irremediablemente en cenizas, la belleza habría perecido para siempre. Si el Dios-Hombre no hubiese resucitado, el puente entre el cielo y la tierra se hubiese derrumbado para siempre. Y habríamos perdido ambas cosas, porque no habríamos conocido el cielo y no habríamos podido defendernos de la liquidación de la tierra. Pero ha resucitado aquél ante el cual somos eternamente culpables (...) La muerte que todo lo devora ha sido aniquilada por la inmortalidad. La verdad ha triunfado sobre la falsedad. El fuego del pecado ha sido extinguido por el amor humilde".

P. Florenski, Homilía pascual (El inicio de la vida).