martes, 27 de enero de 2009

Guardini, maestro de vida

Romano Guardini (1885-1968) es uno de los autores que siempre me ha interesado. Teólogo católico alemán de ascendencia italiana, educador de jóvenes, amante de la liturgia y del arte, pensador, filósofo. Alfonso López Quintás le dedicó una biografía que merece la pena leer. Así describe el biógrafo el momento de la adhesión incondicional de Guardini a la fe y a la Iglesia católica:

"Lo que le impulsó a volver a la fe fue, sin duda, se adivinación de que en ella alienta una energía y una riqueza insospechadas. La verdadera llave de acceso a la fe fue para él en este momento la frase de Mateo 10,39: Quien quiera salvar su vida la perderá, quien la dé la salvará. Pero, dársela ¿a quién?"

Es ahora el propio Guardini el que habla, narrando el instante de su decisión, su respuesta a la pregunta ¿dar la vida, a quién?:


"No a 'Dios', simplemente, pues cuando el hombre pretende arreglárselas él solo con Dios dice 'Dios' pero en realidad está pensando en sí mismo. Tiene que haber una instancia objetiva que pueda sacar mi respuesta de los recovecos de mi autoafirmación. Pero sólo existe una instancia así: la Iglesia católica con su autoridad y precisión. Entonces sentí como si todo -realmente 'todo' mi ser- estuviese en mis manos, como en una balanza en equilibrio: puedo hacerla inclinarse hacia la derecha o hacia la izquierda. Puedo dar mi alma o conservarla... Y la hice inclinarse hacia la derecha. El momento fue completamente silencioso; no consistió ni en una sacudida ni en una iluminación, ni en ningún tipo de existencia extraordinaria. Fue simplemente que llegué a una convicción: 'es así', y después el movimiento imperceptiblemente dócil: ¡Así debe ser!".

Alfonso López Quintás, Romano Guardini. Maestro de vida, Palabra 1998, pp. 20-21.

El psicoanálisis y la gracia

El padre Cantalamessa, franciscano, predicador de la Casa Pontificia -es decir, del Papa-, denuncia el principal error del mundo moderno, en el que todos incurrimos cada día: creer que no necesitamos de la gracia. Pero todos los esfuerzos de nuestra voluntad, nuestros más profundos y elaborados análisis y proyectos, son inútiles sin el don que viene de lo alto. "Te basta mi gracia": hay que verificarlo.

"Los fundadores de religiones se han limitado a dar ejemplo, en cambio Cristo no sólo ha dado ejemplo sino que ha dado la gracia. [...]

La mayor herejía y estupidez del hombre moderno no creyente es pensar que puede prescindir de la gracia. [...] Es el pelagianismo radical de la mentalidad moderna.

Un caso típico lo constituye el psicoanálisis. Se cree que basta con ayudar al paciente a conocer y sacar a la luz de la razón las propias neurosis y complejos de culpa para curarlos, sin necesidad alguna de la gracia de lo alto que cure y renueve. El psicoanálisis es la confesión sin la gracia".

R. Cantalamessa, María, espejo de la Iglesia, Edicep, p. 27.