domingo, 3 de julio de 2011

Un corazón manso y humilde

Domingo XIV del Tiempo Ordinario. Escuchamos en el Evangelio estas palabras de Jesús: "Cargad con mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis vuestro descanso." Recuerdo la conocida oración a la Virgen del padre Grandmaison:

"Santa María, Madre de Dios, consérvame un corazón de niño, puro y cristalino como una fuente. Dame un corazón sencillo que no saboree las tristezas; un corazón grande para entregarse, tierno en la compasión; un corazón fiel y generoso que no olvide ningún bien ni guarde rencor por ningún mal. Fórmame un corazón manso y humilde, amante sin pedir retorno, gozoso al desaparecer en otro corazón ante tu divino Hijo; un corazón grande e indomable que con ninguna ingratitud se cierre, que con ninguna indiferencia se canse; un corazón atormentado por la gloria de Jesucristo, herido de su amor, con herida que sólo se cure en el cielo".

L. de Grandmaison