domingo, 22 de marzo de 2009

Un amor plenamente humano en Dios

Sigue la reflexión de Adrienne von Speyr sobre San José:

"José es casto y lo será siempre. Pero se prepara para un matrimonio humano normal. Por eso tendrá que reconsiderar sus planes y sus expectativas. Una vez que María pronuncie su 'fiat' ante el ángel, no dará ya ningún paso atrás. En lo sucesivo su sí no hará más que precisar lo que ha quedado abierto en ella, aclarar lo que estaba en ciernes. José debe modificar su forma de ver las cosas. Ha hecho una elección, ha elegido el matrimonio. Ha elegido a María como esposa y posee una especie de visión humana anticipada sobre su futuro matrimonio: la visión que le proporcionan su elección y la promesa contenida en el sí de los desposorios. Ciertamente en esta visión suya no entra la concupiscencia, porque la presencia de María le aleja de ella. Pero no por ello falta el amor humano en toda su intensidad. José no es un eunuco y está al servicio de Dios con todo su cuerpo. Su amor por María es un amor plenamente humano en Dios. Y cuando tenga que eclipsarse ante el milagro del Espíritu Santo, lo hará sabiendo que esto significa para él una renuncia: una renuncia, no una decepción, pues la decepción supondría la concupiscencia. Pero su renuncia le proporcionará una alegría mayor. La prueba será difícil, pero nunca amarga: le introducirá en los misterios de Dios".

Adrienne von Speyr, La Esclava del Señor, Encuentro 1991, p. 54.

José, esposo de María

La singular vocación de San José:

"Pero en el momento de los desposorios experimenta el amor real de una mujer, y este amor de su prometida lo enriquece como sólo el amor de una mujer puede llenar a un hombre. A la luz de este amor ve ante sí la vida que como esposo deberá ofrecer a su familia. Ha elegido el matrimonio con plena libertad y responsabilidad, y obtendrá de Dios el matrimonio y no el estado religioso. Y dentro de este matrimonio Dios le impondrá la continencia. José no vive en un convento. Vive en su casa con su mujer y su hijo, sin distinguirse aparentemente de otros esposos. Debe acostumbrarse a la continencia en medio del mundo".

Adrienne von Speyr, La Esclava del Señor, Encuentro 1991, pp. 53-54.