lunes, 16 de noviembre de 2009

La manifestación de la Iglesia al final de los tiempos

Con ocasión de las lecturas del pasado domingo, que hablaban del fin de los tiempos, recojo este himno de la escritora alemana Gertrude Von le Fort, convertida en edad adulta del protestantismo al catolicismo. Es la Iglesia la que habla en primera persona:

“Pero cuando un día se inicie
el gran fin de todos los misterios,
cuando el Escondido surja como un relámpago
en las tremendas tempestades
del amor desencadenado,
cuando su regreso suene como tormenta
por el universo,
y dé gritos de júbilo la soterrada añoranza
de su creación,
cuando los globos de los astros estallen en llamas
y surja de su ceniza la luz liberada,
cuando se rompan los sólidos diques de la materia
y se abran todas las esclusas de lo invisible,
cuando los milenios vuelvan con rumor de águilas
y regresen a la eternidad
las escuadras de los eones,
cuando se rompan los recipientes de los idiomas
y se precipiten las aguas torrenciales de lo nunca dicho,
cuando las almas más solitarias salgan a la luz
y se manifieste lo que ninguna sabía de sí misma:
Entonces el Revelado levantará mi cabeza
y, ante su mirada, mis velos se alzarán en fuego,
y yo estaré postrada
cual espejo desnudo ante la faz de los mundos.
Y los astros reconocerán en mí su luz glorificante
y los tiempos reconocerán en mí lo que tienen de eterno,
y las almas reconocerán en mí lo que tienen de divino,
y Dios reconocerá su amor en mí.
Y ya no recaerá sobre mi cabeza ningún velo
como el deslumbramiento de mi Juez.
En él se sumergirá el mundo.
Y el velo se llamará Gracia,
y la gracia se llamará Infinitud...
y la Infinitud de llamará Bienaventuranza.
Amén”.

Gertrud Von le Fort, Himnos a la Iglesia.