sábado, 9 de junio de 2012

Tiempo para preparar la tierra

A los padres, que con frecuencia se agobian ante las preguntas de los niños -que habitualmente no saben responder- y que quieren evitarles precisamente aquellas aventuras que más les entusiasman, por miedo a que se ensucien o se mojen, Rachel Carson les dice:

"Los padres a menudo tienen un sentimiento de incompetencia cuando se enfrentan por un lado con la impaciente y sensitiva mente de un niño, y por el otro con un mundo físico de naturaleza compleja, una vida tan diversa y nada familiar, que parece imposible reducirlo para ordenarlo y conocerlo (...)

Yo sinceramente creo que para el niño, y para los padres que buscan guiarle, no es ni siquiera la mitad de importante conocer como sentir. Si los hechos son la semilla que más tarde produce el conocimiento y la sabiduría, entonces las emociones y las impresiones de los sentidos son la tierra fértil en la cual la semilla debe crecer. Los años de la infancia son el tiempo para preparar la tierra. Una vez que han surgido las emociones, el sentido de la belleza, el entusiasmo por lo nuevo y lo desconocido, la sensación de simpatía, compasión, admiración o amor, entonces deseamos el conocimiento acerca del objeto de nuestra conmoción. Una vez que lo encuentras, tiene un significado duradero. Es más importante preparar el camino del niño que quiere conocer que darle un montón de datos que no está preparado para asimilar".


R. Carson, El sentido del asombro, Encuentro 2012, pp. 28-29.

La compañía de un adulto

"Para mantener vivo en un niño su innato sentido del asombro, sin contar con ningún don concedido por las hadas, se necesita la compañía de al menos un adulto con quien poder compartirlo, redescubriendo con él la alegría, la expectación y el misterio del mundo en que vivimos".


R. Carson, El sentido del asombro, Encuentro 2012, p. 28.

El antídoto contra el desencanto

Sigo leyendo en el librito de Rachel Carson:

"Si yo tuviera influencia sobre el hada madrina, aquella que se supone preside el nacimiento de todos los niños, le pediría que le concediera a cada niño de este mundo el don del sentido del asombro tan indestructible que le durara toda la vida, como un inagotable antídoto contra el aburrimiento y el desencanto de años posteriores, la estéril preocupación de problemas artificiales, el distanciamiento de la fuente de nuestra fuerza".


R. Carson, El sentido del asombro, Encuentro 2012, p. 28.

El sentido del asombro

En 1965, un año después de la muerte de su autora, fue publicado The Sense of Wonder, un breve librito que recoge un artículo de 1956 de Rachel Carson, en el que la escritora narra algunas experiencias vividas junto a su sobrino Roger en los bosques y en el mar, junto a la costa de Maine. Aparece ahora la traducción española, publicada por Ediciones Encuentro. Recojo un párrafo:

"El mundo de los niños es fresco y nuevo y precioso, lleno de asombro y emoción. Es una lástima que para la mayoría de nosotros esa mirada clara, que es un verdadero instinto para lo que es bello y que inspira admiración, se debilite e incluso se pierda antes de hacernos adultos".


R. Carson, El sentido del asombro, Encuentro 2012, p. 28.