lunes, 29 de junio de 2009

El tesoro más bello y sagrado del hombre

Denuncia van der Meer la actitud provocativa -tan de moda- de quienes con sarcástica ironía juegan con las cosas más valiosas del ser humano, sus ideales, sus deseos... Pero, ¿a quién provocan en verdad? En realidad lo que hacen es poner de manifiesto su impotencia: como no alcanzan las uvas dicen que están verdes...

"Ese autor lo contempla todo con esa actitud tan moderna de espíritu que es la ironía, o sea, burlarse dolorosamente de sí mismo y de todas las cosas, con una sonrisa escéptica y triste. Él se crea un ensueño, pero al instante sonríe con sarcasmo finamente atroz, y destroza su ensueño entre sus dedos temblorosos, como si fuese una copa de fino cristal. Altivo, provocador -pero, ¿a quién provoca?-, se ríe de todos los ideales, no cree en nada; mas no logra ser feliz al jugar con las cosas que son el tesoro más bello y sagrado del hombre, y al destruirlas como objetos viles y sin valor. Ese juego doloroso, esa miseria, esa impotencia, exasperan en uno la nostalgia espiritual..."

P. van der Meer, Nostalgia de Dios, Desclée de Brouwer, 1948, p. 47.

domingo, 28 de junio de 2009

Siento en mí ambas posibilidades

Cita van der Meer una conversación acerca del bien y del mal. Hay quien rechaza cualquier valoración moral de los actos humanos, proponiendo únicamente la búsqueda de la satisfacción individual:

"Hay que burlarse de todo y de todo el mundo, y para conquistar algo que haga la vida digna de ser vivida -aunque sea por unos instantes- obrar con cinismo y hasta con crueldad.

Es extraño que puedan pensarse semejantes paradojas, y es aún más extraño y aterrador que tales teorías nihilistas sean puestas en práctica por ciertos individuos que no retroceden ante ninguna consecuencia, mientras hay otros hombres absorbidos enteramente por el amor de Dios. En mí siento ambas posibilidades".

P. van der Meer, Nostalgia de Dios, Desclée de Brouwer, 1948, pp. 46-47.

Dios no creó la muerte

A propósito de la cita anterior sale a nuestro encuentro la primera lectura de la misa de este domingo. ¡Qué afirmación tan neta y tan decisiva! Dios no es cruel con sus criaturas:

"Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella".

Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24.

¿Verdad o espejismo?

Nueva cita de Nostalgia de Dios. Ha muerto el padre de Marta, la mujer de Pieter van der Meer, autor del diario. Anota éste:

"Esta noche ha muerto repentinamente el padre de Marta... No puedo desprenderme de la visión de ese muerto. Se había acostado como todas las noches. Mientras dormía se dio vuelta en la cama, suspiró profundamente y murió. Entonces, ¿qué significa esta vida a cuyo final se encuentra el inmenso abismo negro donde unos después de otros van cayendo lo hombres, como pesadas piedras, para desaparecer por siempre?

Si el alma no es inmortal, ¡es realmente un absurdo tomar la vida en serio! ¡Oh, poseer la indestructible certidumbre de la fe!

Pero, ¿acaso no son las religiones sueños hermosos, mentiras consoladoras, con los que nos deslumbramos por temor de la atroz realidad, a los que nos aferramos frente a la terrible noticia de la muerte? ¿Contienen la verdad o sólo se trata de un espejismo? Estos enigmas me obsesionan. ¿Dónde podré encontrar la verdad?"

P. van der Meer, Nostalgia de Dios, Desclée de Brouwer, 1948, p. 45.

Demasiado pequeño para mi alma

Hace mucho que no cito el libro Nostalgia de Dios, de van der Meer. Ahora que tengo un poco más de tiempo me propongo transcribir nuvos párrafos. Recordemos que en esta obra el autor narra el itinerario de su conversión, de su encuentro con Cristo gracias a testigos cristianos. Sus páginas son sinceras, profundas, literariamente bellas. Antes de su adhesión a la Iglesia lo que llena su alma es una indecible nostalgia:

"Es de noche a bordo. El mar es una masa oscura aparte del halo luminoso que rodea al navío. Éste avanza tranquilo y seguro hacia el puerto lejano. Mis ojos escrutan los horizontes de la noche impenetrable. Pero no me sacia el espectáculo del espacio; mi alma se sofoca en los límites de lo visible, y yo quisiera impulsarla más allá del mundo real, pero ignoro el camino. Ella no tiende ni hacia las estrellas, ni hacia las profundidades del mar; todo eso tiene una medida, y es, por lo tanto, demasiado pequeño para mi alma. La siento en mí más grande que el vasto mundo; no la sacia ni todo lo que ven mis ojos, ni todo lo que conoce mi inteligencia. Solloza en mi interior con indecible nostalgia".

P. van der Meer, Nostalgia de Dios, Desclée de Brouwer, 1948, p. 38.

domingo, 14 de junio de 2009

De nosotros depende...

Corpus Christi. Eucaristía e Iglesia. Nosotros, que nos alimentamos del Cuerpo y Sangre de Cristo, somos su Cuerpo en la historia, su Presencia. Es un milagro, como escribía Péguy:

«Milagro de milagros, hija mía, misterio de misterios.
Porque Jesucristo se hizo nuestro hermano carnal
Porque pronunció temporal y carnalmente las palabras eternas
In monte, en la montaña,
Se nos ha dado a nosotros débiles,
Depende de nosotros, débiles y carnales,
El hacer vivir y alimentar y conservar vivas en el tiempo
Esas palabras pronunciadas vivas en el tiempo.
Misterio de misterios, se nos ha otorgado ese privilegio,
Ese privilegio increíble, exorbitante,
De conservar vivas las palabras de vida,
De alimentar con nuestra sangre, con nuestra carne, con nuestro corazón
Estas palabras que sin nosotros caerían descarnadas.
[...]
Oh miseria, oh dicha, de nosotros depende,
Temblor de gozo,
Nosotros que no somos nada, que pasamos en la tierra unos años de nada,
Unos pobres años miserables,
(Nosotros almas inmortales),
Oh riesgo, peligro de muerte, estamos encargados,
Nosotros que no podemos nada, que no somos nada,
que no estamos seguros del mañana,
Ni del hoy mismo, que nacemos y morimos como criaturas de un día,
Que pasamos como mercenarios,
Precisamente nosotros estamos encargados,
Nosotros que en la mañana no estamos seguros de la tarde,
Ni aún del mediodía,
Y que en la tarde no estamos seguro de la mañana,
De mañana en la mañana,
Es insensato, precisamente nosotros estamos encargados, sólo de nosotros depende
El asegurar a las Palabras una segunda eternidad
Eterna.
Una perpetuidad singular.
Nos corresponde, de nosotros depende asegurar las palabras
Una perpetuidad eterna, una perpetuidad carnal,
Una perpetuidad alimentada de carne, de grasa y de sangre.
Nosotros que no somos nada, que no duramos,
Que no duramos por así decir nada
(Sobre la tierra)
Es insensato, precisamente nosotros estamos encargados
de conservar y de alimentar eternas
En la tierra
Las palabras dichas, la palabra de Dios».

Charles Péguy, El pórtico del misterio de la segunda virtud, Encuentro, Madrid 1989, pp. 78-80.

sábado, 6 de junio de 2009

Himno a la Trinidad

¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!,
la Iglesia nos sumerge en tu misterio;
te confesamos y te bendecimos,
Señor Dios nuestro.

Como un río en el mar de tu grandeza,
el tiempo desemboca en hoy eterno,
lo pequeño se anega en lo infinito,
Señor, Dios nuestro.

Oh, Palabra del Padre, te escuchamos;
oh, Padre, mira el rostro de tu Verbo;
oh, Espíritu de amor, ven a nosotros;
Señor, Dios nuestro.

¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!,
haced de nuestras almas vuestro cielo,
llevadnos al hogar donde tú habitas,
Señor, Dios nuestro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu:
Fuente de gozo pleno y verdadero,
al Creador del cielo y de la tierra,
Señor, Dios nuestro. Amén.

Primeras vísperas de la Solemnidad de la Santísima Trinidad.

Trinidad e Iglesia

Interesante afirmación de Tertuliano, autor eclesiástico africano, que vivió entre el siglo II y III. La Iglesia es el cuerpo de la Trinidad, su realización histórica, contingente pero real:

"Pues allí donde hay tres, es decir, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, allí está la Iglesia, que es el cuerpo de los tres".

Tertuliano, De baptismo, VI, 2.

es el cuerpo de los tres»6.

Contemplar la Trinidad

Domingo de la Santísima Trinidad. Misterio de unidad y de comunión. La unidad en la Iglesia -imagen de la Trinidad- no es uniformidad, sino comunión de personas diversas en la unidad del mismo amor. Y el mundo está llamado a convertirse en Iglesia. San Sergio, monje ruso del siglo XIV, escribe:

"Contemplando la Santísima Trinidad lograremos vencer la odiosa división del mundo".

San Sergio de Radonez.