sábado, 30 de abril de 2011

Manos invisibles

Bajo el seudónimo de Andrzej Jawień se publicó en noviembre de 1963, en la revista Znak, el ciclo de poemas “La Iglesia” de Karol Wojtyla. El ciclo fue escrito entre el 10 de octubre y el 8 de diciembre de 1962 durante la participación del futuro Papa en el Concilio Vaticano II. Recogemos uno de sus poemas, que habla de la Iglesia.

LAS FUENTES Y LAS MANOS

Nos sostienen palabras pronunciadas
en tiempos muy antiguos
y siguen siendo pronunciadas con gran temor
de que nada sea cambiado en ellas.
¿Tan sólo eso?

Existen invisibles
Manos que nos ayudan
a remar en la barca.
cuya historia, a pesar de los embates, sigue su camino.

¿Es que basta sumergirse en la fuente
sin buscar
las Manos invisibles".

Karol Wojtyla

Poema de Juan Pablo II a la Madre

Mañana, domingo 1 de mayo, Juan Pablo II será beatificado en Roma. El II domingo de Pascua la Iglesia celebra la Solemnidad de la Divina Misericordia y en muchos hogares se celebra el día de la madre. Con ocasión de estas celebraciones recogemos un poema de Karol Wojtyla, perteneciente a la trilogía "La Madre", ciclo poético en tres partes, publicado por primera vez en Polonia el 10 de diciembre de 1950 bajo el seudónimo de Andrzej Jawień.

EL ESPACIO QUE PERMANECE EN TI

"Con frecuencia vuelvo al espacio
que tu Hijo, tu único Hijo ocupa,
mis ideas se ajustan a su forma,
pero quedan vacíos los ojos
y cuelgan de sus labios las palabras de siempre,
las mismas tras las que se ocultaba
cuando deseaba quedarse entre nosotros.

¿Es posible que estas mismas palabras
contengan el espacio mejor que la mirada?
¿Mejor que la memoria y el corazón?
¡Oh Madre! de nuevo puedes hacerlo tuyo.

Inclínate junto conmigo y acepta.
Tu Hijo tiene sabor a pan,
pan de una sustancia eterna.
¿Dónde está este espacio: en el murmullo de mis labios,
en los pensamientos, en la mirada, en el recuerdo,
o, tal vez en el pan?
Se ha perdido entre tus brazos, con la cabecita
apoyada en tu hombro,
porque este espacio ha quedado en ti y de ti procede.

Nunca se ve el vacío. Nuestra unión es tan intensa,
que, cuando con dedos temblorosos partía el pan
para ofrecerlo a la Madre,
me he quedado un momento atónito,
al ver toda la verdad en una lágrima que asomaba
en tus ojos."

Karol Wojtyla