domingo, 10 de octubre de 2010

El último amor

Largo poema de Vicente Aleixandre. El ser humano necesita amor. Si es rechazado desearía morir, desaparecer. ¿El último amor? Gracias a Dios hay Alguien que no nos rechaza, que nos amará siempre.

"Amor mío, amor mío.
Y la palabra suena en el vacío. Y se está solo.
Y acaba de irse aquella que nos quería. Acaba de salir.
Acabamos de oír cerrarse la puerta.
Todavía nuestros brazos están tendidos. Y la voz
se queja en la garganta.
Amor mío...

Cállate, vuelve sobre tus pasos. Cierra despacio
la puerta, si es que no quedó bien cerrada.
Regrésate.
Siéntate ahí, y descansa.
No, no oigas el ruido de la calle. No vuelve.
No puede volver.
Se ha marchado, y estás solo.
No levantes los ojos para mirarlo todo,
como si en todo aún estuviera.
Se está haciendo de noche.
Apóyate. Descansa.
Te envuelve dulcemente la oscuridad,
y lentamente te borra.
Todavía respiras. Duerme.
Duerme si puedes. Duerme poquito a poco,
deshaciéndote, desliéndote en la noche
que poco a poco te anega.

¿No oyes? No, ya no oyes. El puro
silencio eres tú, oh dormido, oh abandonado,
oh solitario.

¡Oh si yo pudiera hacer
que nunca más despertases!

Las palabras del abandono. Las de la amargura.

Yo mismo, sí, yo y no otro.
Yo las oí. Sonaban como las demás.
Daban el mismo sonido.
Las decían los mismos labios, que hacían el mismo movimiento.
Pero no se las podía oír igual. Porque significan:
las palabras significan.
Ay, si las palabras fuesen sólo un suave sonido,
y cerrando los ojos se las pudiese escuchar en el sueño...

Yo las oí. Y su sonido final fue
como el de una llave que se cierra.
Como un portazo.
Las oí, y quedé mudo.
Y oí los pasos que se alejaron.
Volví, y me senté.
Silenciosamente cerré la puerta yo mismo.
Sin ruido. Y me senté. Sin sollozo.
Sereno, mientras la noche empezaba.
La noche larga. Y apoyé mi cabeza en mi mano.
Y dije...

Pero no dije nada. Moví mis labios.
Suavemente, suavísimamente.
Y dibujé todavía
el último gesto, ese
que yo ya nunca repetiría.

Porque era el último amor. ¿No lo sabes?
Era el último. Duérmete. Calla.
Era el último amor...
Y es de noche".

Vicente Aleixandre, Historia del corazón, Espasa-Calpe, Madrid 1954, 3ª ed., pp. 39-43.

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