lunes, 29 de diciembre de 2008

Un gesto digno del cielo

Sigue hablando Mario Podestá, evocando su primer encuentro con Madre Teresa:

"Aquella mañana se había juntado una pequeña multitud... De pronto te abriste paso entre todos ellos y te acercaste a una muy joven y agitada madre que sostenía un bebé en brazos. Aquella tímida y bella madre soltera de las piernas vendadas. Cubierta por un vestido que era poco más que un trapo andrajoso y emparchado... Elegiste a aquel niño. Cuando lo tomaste en brazos descubriendo la gastada manta que lo envolvía pude ver sus piernas deformes y un escalofrío nuevo me bajó por la espalda. Le regalaste tu enorme sonrisa y lo llenaste de caricias... tu mano se apoyó en su cabeza y luego tomaste de tu bolsillo la vieja medallita de lata, la besaste y la pusiste sobre el pecho de ese bebé que te miraba con esos enormes ojos fijos... Jamás olvidaré aquel momento. En aquel instante supe que sólo por ese gesto deberías ir al cielo.

Había en aquel recién nacido, exaltado, harapiento y maloliente, mayor santidad que en todas las grandes iglesias del lujoso primer mundo.

... Esa inolvidable mañana sería para mí el comienzo de una bella amistad... He sido un afortunado desde el momento en que me diste el privilegio de tu amistad".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por regalarme y hacerme participe de esta belleza. Al leer este texto lo que me surge es pedir tener la misma mirada que tenía ella.

Besos

Ruth