lunes, 8 de febrero de 2010

Padres y especialistas

Sobre la insustituible responsabilidad de los padres de educar a los hijos, sin delegar en especialistas:

"Y es que la idea de un sustituto de los padres es sencillamente una ilusión de la riqueza. El abogado progresista de esta educación inconsistente e infinita para el niño piensa generalmente en el niño rico; y toda esta especie particular de libertad debería ser llamada con más exactitud un lujo. Es muy natural para una señora rica dejar a su hijita con una institutriz francesa o con una checoslovaca o con una del antiguo imperio sánscrito, en la seguridad de que uno u otro de estos aspectos de la inteligencia de la niña está siendo desarrollado mientras que ella, la madre, aparece en la vida pública como prestamista o en algún otro puesto moderno lleno de dignidad.

Pero la gente más pobre no puede tener cinco maestros para cada niño. Generalmente hay unos cincuenta niños por maestro. Es imposible cortar el alma de un niño y distribuirla entre especialistas. Todo lo que podemos hacer es cortar en pedazos el alma de un maestro y distribuirla en trapos y trozos a toda una muchedumbre de niños. Y aun en el caso del niño rico, no está nada claro que los especialistas sean un sustituto de la autoridad espiritual. Ni siquiera el millonario puede estar nunca seguro de no haberse olvidado de alguna institutriz en la larga procesión de institutrices que desfila perpetuamente bajo su pórtico de mármol; y esa omisión puede ser tan fatal como la del rey que se olvidó de invitar al hada cruel al bautizo. La hija, tras una vida de ruindad y desesperación, puede echar una mirada atrás y decir: si hubiera tenido también una institutriz de Lituania, mi destino como esposa de un diplomático en los países de Europa oriental hubiera sido muy diferente. Pero parece más probable que lo que echara de menos no fuera uno u otro de estos logros, sino un código moral lleno de sentido común o una visión general de la vida.

El millonario, por supuesto, podría contratar a un mahatma o a un profeta místico para que diera a su hijo una filosofía general de la existencia. Pero dudo que la filosofía tuviera mucho éxito aun para el niño rico, y sería algo imposible para el niño pobre. En el caso de pobreza relativa -que es el caso de la mayor parte de la humanidad- volvemos a una responsabilidad general de los padres; así lo ha visto siempre el sentido común de la humanidad. Volvemos a los padres como a las personas encargadas de la educación. Y quien ensalza la educación debe ensalzar el poder de los padres en ella.

Si los jóvenes tienen siempre la razón y pueden hacer lo que les dé la gana, muy bien, estupendo; alegrémonos todos, viejos y jóvenes, y quedémonos libres de toda responsabilidad. Pero que no nos vengan entonces con la importancia de la educación cuando nadie tiene ya autoridad alguna para educar a nadie. Decidid si queréis una educación sin límites o una emancipación sin límites, pero no seáis tan imbéciles pensando que podéis tener las dos cosas al mismo tiempo".

G. K. Chesterton, El amor o la fuerza del sino, Rialp, 2000, 4ª ed., pp. 194-195.

No hay comentarios: