lunes, 8 de febrero de 2010

Educación y vida doméstica

Ahondando en el sentido de la cita anterior recojo una reflexión de Chesterton sobre la educación y la vida familiar:

"... La mente moderna no es consistente consigo misma. Se las ha ingeniado para poner uno de sus crudos ideales en perfecta contradicción con el otro.

La gente progresista está constantemente diciéndonos que la esperanza del mundo está en la educación. La educación lo es todo. Nada es tan importante como instruir a la nueva generación. Nada es realmente importante excepto la nueva generación. Nos lo dicen una y otra vez, con ligeras variaciones de la misma fórmula, y nunca parecen darse cuenta de lo que implica. Porque si hay una gota de verdad en todo este hablar sobre la educación del niño, entonces no hay ciertamente nada más que insensatez en el noventa por ciento de lo que se habla sobre la emancipación de la mujer.

Si la educación es la función más elevada del estado, ¿por qué desearía alguna persona ser emancipada de la función más elevada del Estado? Es como si habláramos de conmutar la sentencia que condenaba a un hombre a ser Presidente de los Estados Unidos, o de llegar justo a tiempo de rescatarle de ser elegido Papa. Si la educación es la cosa más grande que hay en el mundo, ¿qué sentido puede haber en hablar de una mujer siendo liberada de la cosa más grande del mundo? Es como si fuéramos a rescatarla del cruel y terrible destino de ser poeta como Shakespeare; o a compadecernos de las limitaciones de un artista tan completo como Leonardo da Vinci.

Pues lo cierto es que no cabe duda alguna de que hay verdad en este reclamo sobre la importancia de la educación. Sólo que precisamente el tipo de educación del que es particularmente verdadero es el que se llama educación doméstica. La educación privada en el hogar es verdaderamente universal. Comparada con ella, la educación pública en la escuela puede ser estrecha y limitada. Sería de verdad una exageración decir que el maestro que se dedica a enseñar a sus alumnos "dibujo libre", les está entrenando en todos los usos de la libertad. Sería de verdad fantástico decir que el inocuo extranjero que enseña francés o alemán habla con todas las lenguas de los hombres y de los ángeles. Pero la madre que trata con sus propias hijas en su propia casa tiene que habérselas literalmente con todas las formas de libertad, porque tiene que habérselas con todos los aspectos del alma humana. No está obligada a hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero sí al menos a decidir cuánto debería hablar sobre los ángeles y cuánto sobre los hombres.

Brevemente, si la educación es realmente el asunto de mayor relevancia, entonces con toda seguridad la vida doméstica es la de mayor relevancia; y la vida oficial o comercial es la de menor relevancia. Es simple cuestión de aritmética que lo que se quite de la primera la dejará disminuida. Es cuestión de simple sustracción que la madre tiene que tener menos tiempo para la familia si tiene que tener más tiempo para la fábrica".

G. K. Chesterton, El amor o la fuerza del sino, Rialp, 2000, 4ª ed., pp. 192-193.

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