martes, 13 de enero de 2009

Nostalgia de Dios

Como prometía hace un momento, comienzo las citas de amplios pasajes de un libro excepcional. Se trata de Nostalgia de Dios, diario espiritual de Pieter van der Meer, holandés convertido al catolicismo gracias a la amistad con León Bloy -su padrino de bautismo- y el matrimonio Maritain, entre otros. Así describe el autor su intención al publicar el diario:

"Cuando desde años atrás anotaba, casi día a día, mis alegrías y dolores, todas las aspiraciones de mi espíritu lleno de angustia y de esperanza o torturado de atroz desesperación; cuando detallaba mis impresiones, trastornado por el trágico espectáculo de la humanidad que ha perdido el rumbo del Paraíso y por el espectáculo de mi propia alma, sin darme cuenta iba escribiendo la historia de mi infatigable búsqueda de la Verdad. Escuchaba apasionadamente todas las voces de la vida, las del exterior y las que percibía en las ocultas profundidades de mi alma. Contemplaba con avidez la vida, deseaba abarcarla por completo, con todos sus contrastes; imaginaba poder elevarme por encima de ella y dominarla como un rey; quería forjarme, con mi propia voluntad, un sistema de irónica resignación que, sin negar los insondables misterios, les señalara, como al pasar, un lugar inferior y poco importante en mi vida. Pero me era imposible sofocar el doloroso anhelo de Verdad con la dorada niebla de la apariencia. Mi espíritu no conocía ni la paz ni la libertad; estaba engrillado como un condenado a muerte; la nostalgia de los claros collados eternos hacíalo sufrir amargamente.

Este diario mío, escrito día a día y sin el propósito de publicarlo, decidí transformarlo en un libro, y por lo tanto me he visto obligado a retocar el texto, rellenando lagunas, suprimiendo cosas superfluas, cambiando algunas fechas, para dar una visión más clara de la peregrinación de mi vida. Se ha vuelto así el relato de mis aventuras espirituales, que, de no haberme dirigido un poder sobrenatural, me habrían llevado muy lejos de la salvación; pero, gracias a ellas, he llegado á las puertas de la Iglesia, en donde alguien que me esperaba me tomó de la mano, me hizo entrar y me señaló la lamparilla encendida junto al Altar. Y desde entonces estoy arrodillado en tierra, a la sombra de la Cruz, llorando de amor, el corazón henchido de inefables alegrías [...]

¿Quiénes habrán orado y sufrido por mi liberación? Los hay desconocidos. Pero creo saber de uno de ellos, hombre de cabellos blancos y grandes ojos donde habita su alma, hombre que ama a Dios sobre todas las cosas, y al que la Iglesia me ha vinculado por siempre con el indisoluble lazo del Sacramento del Bautismo: es León Bloy, mi padrino.

Al publicar este libro, sólo busco dar testimonio y anunciar a los cuatro vientos que todo es vacío, que todo es vano, frente a la Gloria de Dios y fuera de la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Y a algunos que vagan, y que buscan, y que mueren de sed, estas páginas quizá les indiquen la fuente de agua viva que brota ahí mismo, ante sus pies heridos y fatigados del camino.

In festo Annuntiationis, 1913".

P. van der Meer, Nostalgia de Dios, Desclée de Brouwer, 1948, p. 17-18.

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