Vuelvo al diario Nostalgia de Dios. Es un espléndido testimonio del sentido religioso humano, del anhelo del alma:
"Primer día realmente primaveral del año. En el jardín, detrás de nuestra casita, los azafranes amarillos, malvas y blancos están en flor... Me siento animoso, alegre, gracias a la hermosura del día. Miro con emocionado asombro las primeras flores abiertas. Una leve brisa roza mi cara, mis manos. Deslumbrado contemplo las profundidades azules y rutilantes del cielo que es la cúpula de mi corazón. Todo se transforma para mí en una maravilla inexplicable y misteriosa...
¿Qué somos nosotros, los hombres, que nunca saciados, ni siquiera por la magnificencia de lo visible, llevamos siempre más allá nuestro deseo y nuestro ensueño, hacia mundos enteramente inaccesibles? ¿Es que buscamos algo que hemos perdido? ¡Ah, lejos de mí esos pensamientos! Podrían estropear nuevamente mi alegría primaveral.
Ahora estoy sentado a la mesa, frente a la ventana abierta. Cae la tarde. Ya una estrella titila sobre la cima de un olmo suplicante, en el jardín de enfrente. Y la noche cae pesadamente sobre mi corazón. ¡Oh, mis sueños y mi nostalgia!"
P. van der Meer, Nostalgia de Dios, Desclée de Brouwer, 1948, p. 26-27.
martes, 20 de enero de 2009
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1 comentario:
Hola buenas noches
Gracias por ponerme este fragmento hoy, la verdad que me ayuda mucho, es bellísimo. Me estás "picando" mucho con este libro y soy incapaz de encontrarlo.
Ruth
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