lunes, 14 de enero de 2013

El "yo" brota del "tú"

Decía Nietzsche que "el tú es anterior al yo". Y es verdad en muchos sentidos. Tanto en el creatural como en el psicológico. El teólogo suizo von Balthasar lo explica maravillosamente en algunos de sus escritos. La primera experiencia es la del ser, ser amado, nutrido y protegido, sin distinción de 'tú' y 'yo'. El niño experimenta la bondad de ser, de existir, dependiente del seno materno. Y sólo comenzará a tener conciencia de sí, de su 'yo', frente a la sonrisa de su madre, que será -junto con el padre- el primer "rostro" de Dios. ¡Qué gran don y qué responsabilidad para los padres!

"Su yo [el del niño] brota de la experiencia del tú: con la sonrisa de la madre, gracias a la cual él experimenta que se encuentra insertado, afirmado, amado en algo que incomprensiblemente lo rodea, algo real, y que lo guarda y lo alimenta.

El cuerpo contra el que se estrecha, como una almohada suave, caliente, nutricia, es una almohada amorosa en la que se puede refugiar porque ya antes había sido su refugio. El despertar de su conocimiento es algo tardío en comparación con este misterio abisal que lo precede en una perspectiva incalculable. La conciencia ve limitadamente lo que estaba allí desde hacía tiempo y, por tanto, sólo lo puede confirmar. Un buen día se despierta una luz soñolienta como luz vigilante que se reconoce a sí misma. Pero se despierta al amor del tú, igual que en el seno del tú había antes dormido. La experiencia de la entrada consciente en una realidad que te protege y te abraza, deja algo que no podrá superar la conciencia posterior que crece y madura.

Es natural, pues, que el niño vea lo absoluto, perciba a 'Dios' en su madre y en sus procreadores, y que sólo en un segundo y tercer estadio tenga que aprender a distinguir el amor a Dios del amor experimentado".

Hans Urs von Balthasar, Gloria. Una estética teológica. Vol. 5. Metafísica. Edad Moderna, Encuentro, Madrid, pp. 565-566.

2 comentarios:

Helena Faccia Serrano dijo...

En las "Elegie Duinesi", en la Tercera, escribe Rilke (lo siento, sólo tengo la versión italiana):

Madre, tu lo facesti piccino, sei tu che gli desti principio,
per te era nuovo, tu chinavi ai suoi occhi nuovi
il mondo amichevole, e gli scansavi l'estraneo.
Ah, dove sono andati gli anni di quando con la tua snella figura soltanto, gli spianavi il Caos ondeggiante?
Quante cose gli celavi così; rendevi inocua la stanza
sospetta di notte, dal tuo cuore che era tutto rifugio
infondevi uno spazio più umano nel suo spazio notturno.

Paulino Carrascosa dijo...

Por eso, entiendo, el amor a uno mismo sólo es la consecuencia y sólo es posible por el amor de un Tú que me precede y me abraza. Es Otro quien siempre toma la iniciativa, hasta en el amor a mí mismo.