He comenzado a leer un libro de Gustave Thibon (1903-2001), Sobre el amor humano, cuyo título original es Ce que Dieu a uni (1962), que expresa mucho mejor el contenido de las reflexiones del pensador francés. En el prólogo escribe:
"La creación, en su infinita diversidad, forma un conjunto armonioso, y las partes de este conjunto están ligadas entre sí y viven unas por otras. Del átomo al ángel, de la cohesión de las moléculas a la comunión de los santos, nada hay que exista aislado e independiente.
Dios, al crear, une. El hombre –éste es su drama– separa. Rompe con Dios por la irreligión, con sus hermanos por la indiferencia, el odio y la guerra, y con su alma misma por la persecución de bienes aparentes y caducos. Y este ser, separado de todo, proyecta sobre el Universo el reflejo de su división interior; todo lo separa en su contorno. Pone su mano sacrílega sobre los más humildes vestigios de la unidad divina y desmigaja las entrañas de la materia. El hombre atomizado y la bomba atómica se corresponden".
Gustave Thibon, Sobre el amor humano, El Buey Mudo 2010, pp. 9-10.
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