jueves, 5 de febrero de 2009

Música digna de Dios y del hombre

Más verdad. El cristiano no eleva monumentos a su propio yo, no pretende autoexpresarse -como sucede en tanto arte contemporáneo-, sino que persigue ante todo lo que es digno de Dios, alcanzando así, sin buscarlo directamente, su propia dignidad:

"No se trataba de una 'creatividad' privada, en la que el individuo se erige un monumento a sí mismo, tomando como criterio esencialmente la representación del propio yo. Se trataba más bien de reconocer atentamente con los "oídos del corazón" las leyes intrínsecas de la música de la creación misma, las formas esenciales de la música puestas por el Creador en su mundo y en el hombre, y encontrar así la música digna de Dios, que al mismo tiempo es verdaderamente digna del hombre e indica de manera pura su dignidad".

Benedicto XVI, Discurso al mundo de la cultura, París, 12 septiembre 2008.

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