sábado, 28 de febrero de 2009

Dar cuenta de lo inexcusable

Evitaremos la tentación de querer sólo disculparnos si confiamos verdaderamente en el perdón de Dios, si creemos en él:

"Existen dos maneras de evitar este peligro. Por una parte, recordemos que Dios tiene presente toda excusa verdadera de mucho mejor manera que nosotros. Si en realidad existen "circunstancias atenuantes", en ningún caso las pasará por alto. Con frecuencia, Él conoce gran cantidad de excusas en las cuales nosotros jamás hemos pensado, y al morir las almas humildes tendrán la encantadora sorpresa de descubrir que en algunas ocasiones sus pecados no habían sido tan graves como creían. Él se hará cargo de todo lo excusable. Nuestro deber consiste en darle cuenta de la parte inexcusable, del pecado. Perdemos el tiempo hablando de todo lo disculpable (según nosotros). Cuando consultamos un médico, le damos a conocer nuestras afecciones. Si tenemos un brazo quebrado, es inútil explicarle que las piernas, los ojos y la garganta están en perfecto estado. Tal vez nos equivocamos, pero si esos órganos están en buenas condiciones, el doctor se dará cuenta.

Este peligro también desaparece si de verdad creemos en el perdón de los pecados. En gran medida, el afán de presentar excusas es producto de nuestra incredulidad: pensamos que Dios no nos acogerá sin un argumento en favor nuestro; pero en esas condiciones no existe perdón. El perdón verdadero implica mirar sin rodeos el pecado, la parte inexcusable, cuando se han descartado todas las circunstancias atenuantes, verlo en todo su horror, bajeza y maldad y reconciliarse a pesar de todo con el hombre que lo ha cometido. Eso -y nada más que eso- es el perdón, y siempre podremos recibirlo de Dios, si lo pedimos".

C. S. Lewis, El perdón y otros ensayos cristianos, Editorial Andrés Bello, 1998, p. 13-14.

2 comentarios:

xisca dijo...

El tema del perdón es muy interesante. Pero a mi me pasa lo contrario, siempre pienso que es tan horrible que Dios se va a cansar de perdonarme, sobretodo teniendo en cuenta que somos tan poco originales que siempre cometemos los mismos pecados. Un pecado o dos, bueno, se puede pensar que no se ha fallado tanto la confianza pero cuando llevas un millón... Además yo también confundo con esto el tema de la justicia. Si Dios es justo y le duele mi pecado, ¿me va a castigar?. En mi lógica sería lo razonable. Aunque siempre espero haberlo entendio mal.

Xisca

Unknown dijo...

Hola Xisca

Yo a veces también pienso lo mismo, pero el Señor me sorprende una y otra vez, por muy grande que haya sido mi pecado, mas ha abundado la gracia. Experimento día tras día de una manera palpable la misericordia de Dios. Para mi no es algo abstracto, sino tan real y cotidiano, que si tuviera que definir mi vida sería esta palabra "Misericordia" la que lo haría.

Ruth