martes, 6 de enero de 2009

Oro, incienso y mirra

¡Qué inolvidables palabras, las de Juan Pablo II, convocando a los jóvenes a la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia, que él no llegaría a presidir! Hablaba el Papa del significado de los dones de los sabios de oriente:

"Abrieron sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra" (Mt 2,11). Los dones que los Reyes Magos ofrecen al Mesías simbolizan la verdadera adoración. Por medio del oro subrayan la divinidad real; con el incienso lo reconocen como sacerdote de la nueva Alianza; al ofrecerle la mirra celebran al profeta que derramará la propia sangre para reconciliar la humanidad con el Padre".

Pero también animaba a los jóvenes -y sus palabras siguen siendo válidas hoy para todos los creyentes- a ofrecerse a sí mismos al Señor:

"Queridos jóvenes, ofreced también vosotros al Señor el oro de vuestra existencia, o sea la libertad de seguirlo por amor respondiendo fielmente a su llamada; elevad hacia Él el incienso de vuestra oración ardiente, para alabanza de su gloria; ofrecedle la mirra, es decir el afecto lleno de gratitud hacia Él, verdadero Hombre, que nos ha amado hasta morir como un malhechor en el Gólgota".

Juan Pablo II, Mensaje para la XX Jornada Mundial de la Juventud, Colonia 2005.

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